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Mons. Domínguez: “Tenemos que contagiar al mundo de esta alegría que viene de la fe”

Monseñor Carlos María Domínguez presidió la Santa Misa en honor a la Virgen del Rosario de San Nicolás. En la misma exhortó a “contagiar al mundo con la alegría que viene del Evangelio”.

El pasado domingo 25 de septiembre la Iglesia celebró la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás. En San Rafael, se realizó una caravana que partió desde el Kilómetro Cero, hasta el Santuario de la Divina Misericordia. Así, Nuestra Madre recorrió la ciudad, y a su paso, los transeúntes la saludaban bajo el grito de “Viva la Virgen, Viva María”.

A las 18 h la imagen llegó al Santuario donde niños, jóvenes y adultos la recibieron entre aplausos y lluvia de pétalos de rosas. Luego, inició la Celebración Eucarística, presidida por el Administrador Apostólico de la diócesis, Monseñor Carlos María Dominguez y concelebrada por el rector del santuario, el pbro. Sebastián Ovejero. 

En su homilía, Monseñor Domínguez, se detuvo en las palabras que el ángel le dijo a la Virgen cuando le anunció que iba a ser la Madre de Dios. “<<Alégrate María>> es una invitación a la alegría. Muchas veces en nuestra vida nos toca vivir acontecimientos que nos son del todo agradables, nos visita la cruz y vivirla con fe ya es heroico, imagínense aquellos que no tienen fe para vivir la cruz”, comenzó diciendo Monseñor.

“A veces vivimos situaciones que nos decepcionan, nos frustran y nos quitan la alegría.  Hoy el ángel nos dice a todos los que hemos venido a honrar a la Virgen María de San Nicolás, alégrate porque hay montones de motivos para estar alegres”, agregó.

“La alegría no es estar riéndose todo el día; la alegría es un fruto del Espíritu Santo. Nosotros los que tenemos fe, los que decimos que somos discípulos de Jesús, tenemos que particularmente contagiar al mundo con la alegría que viene del Evangelio. Seguir a Jesus es precisamente ser felices, aunque nos cueste, pero eso nos infunde alegría y debemos ser misioneros de la alegría de Dios. Tenemos que contagiar al mundo de esta alegría que viene de la fe”.

No temas, la invitación a la confianza

Continuando en su homilía, Monseñor Dominguez habló sobre la segunda invitación que le dice el ángel “no temas”. “Es una invitación a la confianza”, afirmó. “Podemos estar llenos de miedo, pero la pregunta es ¿a qué le tenés miedo?, ¿cuáles son aquellas cosas que te producen miedo y te paralizan? Hoy el ángel te dice no tengas miedo y tené confianza porque Jesús se subió a la Cruz y entregó su vida allí por nosotros. Desde que fue puesto en el sepulcro y con su resurrección lo dejó vacío ya no hay nada más que temer”. 

Para Dios no hay nada imposible

La tercera frase en la que se detuvo a reflexionar Monseñor fue “para Dios no hay nada imposible”. “¿Es que de verdad nos creemos que para Dios no hay nada imposible? ¿o le ponemos barreras y límites a la potencia de Dios, a la fuerza de Dios?, cuestionó Monseñor Fray Dominguez y citando al Evangelio de San Mateo <<Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: «Trasládate de aquí a allá», y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes» (Mt. 17,20), monseñor agregó: “pero claro, humanamente eso es imposible, pero nada es imposible para Dios”.

“Nos hace falta creernos mucho más esto, porque no nos lo creemos en el fondo y le metemos a Dios límites, lo encasillamos y no le permitimos que despliegue todo su poder. Por eso, las palabras del ángel, «para Dios no hay nada imposible» es una invitación a creer más en Él. 

“Hoy Dios nos invita a la alegría, a no tener miedo, a confiar y a crecer creyendo en serio que para Dios no hay nada imposible. María se lo creyó y por eso dijo «Sí, hágase en mí según tu palabra»”.

En los pliegos de María, una intención particular

“Mirando a Maria de San Nicolas, hoy es ella quien nos dice ‘alégrense, no tengan miedo que para Dios no hay nada imposible’”, afirmó el Administrador Apostólico.  

“Hay una cosa que siempre me llamó la atención de la imagen de la Virgen de San Nicolás y es que su manto y su vestido están llenos de pliegos. Cada vez que pasaba por San Nicolás siempre le dejaba algo en un pliego de su manto, para que ella lo cuidara, protegiera y lo abrazara con su ternura. Hoy los invito a que cada uno de los que hemos venido, le dejemos algo o alguien en el pliego de su manto, con la confianza a la que hemos sido invitados. Poner nuestras intenciones, nuestros seres queridos, enfermos, niños, jóvenes, familia, ancianos, abuelos, aquellos que no tienen fe, que no la están pasando bien, aquellos que tienen motivos para no alegrarse y tener miedo. A todos, meterlos ahí en el manto de la Virgen”. 

Para finalizar, Monseñor Domínguez habló sobre la advocación de la Virgen del Rosario e invitó a que cada vez que podamos tener nuestro Rosario en la mano, rezarlo a la Virgen y piropearla, “porque cada cuenta del Rosario es un piropo que le damos a Nuestra Madre”. 

“Ella nos mira y yo estoy seguro hoy, que la presencia de cada uno de ustedes a la Virgen de San Nicolas le roba una sonrisa desde el Cielo. Hoy la Virgen te mira a vos, a vos y a mi. Nos mira con ternura y nos sonríe. Que María de San Nicolás interceda por nuestras intenciones”, concluyó Monseñor Domínguez.

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