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Mons. Domínguez en la Santa Vigilia Pascual: ”Vayamos a Galilea, porque solamente así nos encontraremos con Jesús resucitado” 

En la homilía de Pascua, el obispo nos invita a reflexionar sobre el significado de ir a Galilea. Se nos recuerda que Jesús resucitado nos espera allí, incluso después de nuestros fracasos y abandonos. Ir a Galilea implica empezar de nuevo, experimentando nuevamente el amor de Jesús y abriendo nuestro corazón al encuentro con Él.

Monseñor Fray Carlos María Domínguez, OAR, obispo diocesano nos invitó a tomar como consigna de nuestra Pascua el anuncio del ángel . “El crucificado ha resucitado, ya no está aquí, pero vayan a Galilea, allí se van a encontrar con Jesús resucitado. “

Compartimos con ustedes el texto completo de la homilía.

Homilía en la Santa Viligia Pascual

Queridos hermanos, aleluya, Jesús está resucitado. Nos hace mucha falta escuchar este mensaje de la resurrección del Señor para que nuestra vida comience o continúe siendo vivida en clave de resurrección. Por lo menos desde acá (volviéndose hacias los fieles) se ve que no se les movió un pelo ante este anuncio, pero espero que el corazón se haya estrujado un poquito. San Marcos nos cuenta lo que pasó el primer día de la semana después del sábado, el día de la resurrección. Fíjense que curiosamente todos los protagonistas de este evangelio, las mujeres, el ángel, tienen un diálogo en torno a alguien que ya no está ahí. No aparece Jesús resucitado en este evangelio, pero aparece un signo de su resurrección, que es el sepulcro vacío. 

Las mujeres y el sepulcro

¿Qué movía a las mujeres a ir de madrugada el primer día de la semana, ni bien estaba amaneciendo, al sepulcro? La costumbre de los judíos era ungir los cuerpos con varias esencias para que no se oliese la descomposición del cadáver. Pero esto suponía no solamente valentía, sino mucho amor. ¿Quién de nosotros va casi amaneciendo a un cementerio para encontrarse con un cadáver? Pero el amor era lo que movía a estas mujeres, y ese amor hacía que quisiesen perpetuar de alguna manera el recuerdo de Jesús. Había sido tan impactante en la vida de ellas, Jesús, que querían “disfrutarlo”, entre comillas, un poco más. Y en ese ir movidas por el amor al sepulcro, tienen un problema, un dilema. ¿Quién les va a mover la piedra? Una piedra seguramente muy grande y muy pesada. 

Ellas habían tapado, metafóricamente hablando, el dolor de la pérdida de Jesús, el amado, con una piedra, para que no volviese a brotar el recuerdo doloroso de su ausencia. Pero hete aquí que, cuando llegan, miran y ven que la piedra está corrida. Y ven a un joven vestido de blanco, un ángel, ángel significa mensajero, que les anuncia lo que saben que hay en el deseo más profundo de su corazón. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el crucificado, bueno, ha resucitado, no está aquí. Y el ángel les manda una consigna, vayan a decirles a los apóstoles que vayan a Galilea, que allí Jesús los precede y se va a encontrar con ellos. Y me gustaría que esta fuera la consigna de esta Pascua que ahora estamos ya celebrando, que el anuncio del ángel también repercuta en nuestro corazón. El crucificado ha resucitado, ya no está aquí, pero vayan a Galilea, allí se van a encontrar con Jesús resucitado. 

¿Qué significa ir a Galilea? No tener miedo ni vergüenza de comenzar de nuevo

¿Qué significa ir a Galilea? Básicamente significa tres cosas que les quiero compartir. Si cualquiera de nosotros ha tenido una decepción de amistad en la vida, supongamos que teníamos una empresa y que llamamos a nuestros socios, confiamos en ellos y nuestros socios nos han defraudado, nos han abandonado, cualquiera de nosotros, vaya a saber por qué, pero seguramente con una pizca de rencor, no se nos ocurriría volver a llamar a los socios que nos abandonaron para recomenzar y hacer resurgir otra vez la empresa. 

Por eso el ir a Galilea; este mandato de Jesús para cada uno de nosotros tiene que reconfortarnos y consolarnos muchísimo, porque Jesús no solamente quiere seguir con su empresa adelante, que es el anuncio del reino y la edificación de la iglesia, sino que llama a aquellos que lo dejaron, llaman a aquellos que lo abandonaron, a aquellos que fracasaron, vuelve a confiar en sus amigos, díganles que vayan a Galilea, que allí me verán resucitado. También nosotros en nuestra vida muchas veces, cada vez que pecamos, le fallamos a Jesús. Lo abandonamos, cuando muchas veces no nos va del todo bien y Dios no nos ayuda, elegimos la estrategia equivocada y nos enojamos con Dios. Basta, no voy más, no rezo más, no voy más a la iglesia, no rezo más, y como si a Dios le hiciese algo eso, nos perjudicamos nosotros. Pero a pesar de todas las infidelidades, de los fracasos y de los abandonos, hoy, en esta noche de resurrección, Jesús vuelve a confiar en nosotros y vuelve a invitarnos a que vayamos a Galilea, a nuestra Galilea. No hay fracaso que pueda destruir el amor de Jesús por cada uno de nosotros. Y otra vez, empecinada y empedernidamente, Jesús nos vuelve a llamar y a confiar en nosotros, díganme si esto no es consolador. Ir a Galilea, entonces, significa no tener miedo ni vergüenza de comenzar de nuevo, que aunque nos equivocamos y algunas veces hayamos metido la pata, Jesús sigue confiando en nosotros. 

El poder de su resurrección quiere que explote en nuestro corazón para que de allí saquemos fuerzas para recomenzar el camino. Galilea es el lugar donde comenzó todo, por eso ir a Galilea es ir al momento en que yo me encontré con Jesús en mi vida. Volver a Galilea es ir al momento en que yo sentí, experimenté y creí el amor de Jesús. Cada uno tiene su propia Galilea. Piensen en un instante el momento en que se encontraron con Jesús por primera vez. Piénsenlo ahora, en este momento…(silencio)

¿Qué significa ir a Galilea? Es el deseo de encuentro con Dios

Y tal vez sería muy triste que ese momento haya quedado en un recuerdo de la infancia o en un recuerdo del pasado y que nuestra fe se haya generado simplemente por inercia y por costumbre. Ahí en Galilea necesitamos volver a experimentar el amor de Jesús en nuestra propia Galilea, porque tenemos una necesidad de volver a encontrarnos, aunque daría la sensación que el que tiene necesidad de encontrarse con nosotros en esta noche es Jesús. Vayan a Galilea y allí me verán. Por eso ir a Galilea significa también ese deseo de encuentro, de reavivar, como vamos a hacer en unos instantes, el momento en que empezamos a participar de la vida de Dios por nuestro bautismo. El momento en que en nuestro corazón se encendió el fuego del espíritu y comenzamos esta aventura apasionante, pero también riesgosa, de seguirlo a Jesús. Eso es ir a Galilea. Ir a Galilea también significa tomar un camino contrario al del sepulcro. No busquen entre los muertos al que está vivo. 

Ir a Galilea es tomar un camino contrario al del sepulcro

Ir a Galilea significa a veces desandar un camino que está equivocado, desandar un camino del que no tenemos clara la meta. Ir a Galilea es abrirnos a recorrer un camino diferente. Jesús ha resucitado hermanos y nuestra vida no puede seguir igual que antes, porque para algo resucitó Jesús, para hacer de nuestra vida una vida nueva. Tenemos que ir a Galilea, tenemos que tener necesidad otra vez de estrenar, dícholo así, estrenar vida nueva en Jesús. Abandonar el estilo de vida que llevamos para estrenar vida nueva en Jesús. Volver a Galilea significa hacer el camino contrario al sepulcro, hacer un camino que desande la muerte. Volver a Galilea en última instancia significa ir más allá de nuestras propias seguridades y certezas. Galilea era un lugar lejano de Jerusalén, habría que cruzar toda Samaria para llegar a Galilea, allí en el lugar donde Jesús se encontró por primera vez por los apóstoles. 

Galilea es la periferia

Dicho en términos actuales, Galilea es la periferia. Ir a Galilea significa salir a los que están más alejados, ir a los más necesitados. Ir a Galilea significa ir a aquellos que ya no son tenidos en cuenta, porque es muy fácil decirnos esta noche entre nosotros y mañana y prolongando el saludo Felices Pascuas, aquí en un recinto en el que todos compartimos la fe. Pero el desafío de ir a Galilea, de ir a la periferia, es el de asumir que yo también me tengo que transformar en testigo de la resurrección y que Dios hoy, esta noche, me invita a ser ese mensajero, ese joven vestido de blanco en el sepulcro, para que vayamos a anunciar a otros que Jesús está vivo y que nos quiere vivos. Ir a Galilea, entonces, es ir más allá de nuestras propias seguridades. Ojalá podamos tener esa valentía de desinstalarnos y volver a nuestra propia Galilea existencial. Allí donde Dios me llamó, desandar el camino que me lleva a la muerte para hacer un camino que me lleve a la vida y ser mensajero de la resurrección ante los que más los necesitan. 

Que se note el fuego de Galilea en mí

Seguramente el miércoles, porque lunes y martes es feriado, seguramente el miércoles cuando vuelvan a sus trabajos y a sus actividades habituales, no sé si encontraremos clima pascual, pero nosotros nos tenemos que obligar a nosotros mismos a que nuestra propia vida tenga sabor a Pascua, para que los demás se enteren que algo cambió, que Jesús está vivo. Y no es entrar al trabajo o a las actividades de todos los días diciendo felices Pascua, felices Pascua, felices Pascua, que nos van a mirar con cara rara porque van a decir, pero Pascua fue el domingo. No, Pascua son 50 días. En mí tienen que ver que el fuego de Galilea vuelve a surgir en mí. Tienen que ver una alegría en mis ojos que nadie me la va a poder quitar porque Jesús está vivo, porque la tumba está vacía y porque la piedra ha sido corrida. Tienen que ver que en mi corazón está ese fuego y en mi cabeza hay criterios diferentes, aunque sea uno solo, pero un criterio que tenga más que ver con el evangelio de Jesús muerto y resucitado para nuestra justificación. 

Ahora vamos a renovar el bautismo dentro de unos instantes. Eso es un ir a Galilea para volver a actualizar en mi vida la vida de Dios. En esta Vigilia Pascual tenemos el regalo de tener un catecúmeno entre nosotros, a Bruno, que se ha venido preparando para recibir en esta noche los sacramentos de la iniciación cristiana. Espero que este anuncio les llene de alegría y no decir, “uy qué larga va a ser la misa.” Va a ser larga. Pero aunque no lo conozcamos y lo conozcamos esta noche a Bruno, es un catecúmeno que por iniciativa propia, aunque la gracia tocó a su corazón, quiere formar parte de nuestra comunidad como Iglesia, siendo hijo de Dios, sumergiéndose en la muerte y la resurrección de Jesús y pertenecer a esta comunidad de la Iglesia. Bruno, aunque no conozcas a nadie, hoy la Iglesia está contenta porque va a tenerte a vos como un hijo más. Que este día no te lo olvides nunca en tu vida porque, Bruno, hoy y aquí es tu Galilea. Hermanos, ojalá nos encontremos todos en Galilea porque solamente así nos encontraremos con Jesús resucitado. Ánimo que se puede empezar un camino nuevo. Ánimo porque ha resucitado nuestra esperanza. Que así sea.

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