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Mons. Domínguez: “El servicio es el sinónimo del verbo amar”

Mons. Fray Carlos María Domínguez, OAR, Obispo diocesano señaló, en su homilía de Jueves Santo que el lavatorio de los pies es un gesto revolucionario que muestra el amor extremo de Jesús hacia nosotros. Destacó también los cinco verbos que describen el gesto: levantarse, quitarse el manto, tomar una toalla, echar agua y lavar los pies. Finalmente, nos animó a aprovechar este gesto de amor de Jesús para ser un servicio constante de amor ininterrumpido y ser Eucaristía para los demás.

Este jueves 28 de marzo tuvo lugar la Santa Misa de la Cena del Señor en la Catedral San Rafael Arcángel. La misma fue presidida por Mons. Fray Carlos María Domínguez, obispo diocesano.

A continuación compartimos el texto de la homilía.

Queridos hermanos, en esta noche la Iglesia nos propone que hagamos un viaje con nuestro corazón al Cenáculo de Jerusalén donde Jesús allí en una noche como hoy abrió su corazón, por eso es Noche de Testamento. Cuando alguien tiene que partir, las últimas palabras son las más impactantes. Allí Jesús instituye la Eucaristía para hacer que aquella promesa que Él hizo, que iba a estar todos los días con nosotros hasta el fin del mundo, se cumpla en cada altar y en cada sagrario y para eso instituye el sacramento del sacerdocio para que se pueda perpetuar eucarísticamente su presencia y nos da un mandamiento nuevo, el mandamiento del amor. 

Los amó hasta el extremo”

Toda esta noche se enmarca en una frase fuerte, contundente e impactante que es, “sabiendo que iba a llegar la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Todo enmarca lo que se vive esta noche, los amó hasta el extremo y ese amor hasta el extremo se va a demostrar eucarísticamente, sacerdotalmente y fraternalmente en el gesto que vamos a realizar en unos instantes y que nos relató el Evangelio de Juan, el lavatorio de los pies, porque participar de la Eucaristía nos interpela a ser Eucaristía y la Eucaristía es darse, amando al otro como Jesús nos amó es servirlo eucarísticamente también. Por eso el lavatorio de los pies es un gesto muy significativo que Jesús hace revolucionariamente porque en cualquier comida llama la atención que uno se levante en la mitad de la comida de la mesa y se vaya a lavar las manos, cuando lo que correspondería por lógica es que uno se haya lavado antes de comenzar a comer, sin embargo por eso Jesús hace ese gesto revolucionario y en ese gesto es el gesto del que nosotros esta noche tenemos que aprender a ser Eucaristía y tenemos que aprender a amarnos los unos a los otros como Jesús nos amó. 

Cinco acciones para reflexionar

Si el contexto es el amor hasta el extremo Jesús en ese gesto de lavar los pies nos está demostrando cuánto amor extremadamente nos tiene. Fíjense que hay cinco verbos del lavatorio de los pies que nos van a ayudar a reflexionar y a poder hacer vida el amor fraterno y el ser Eucaristía. Nos dice el evangelista Juan se levantó, se quitó el manto, tomó una toalla, echó agua y lavó los pies. Cinco acciones, son cinco imágenes preciosas que podemos llegar a perdernos en la simplicidad del gesto porque tenemos hoy que profundizarlo para poder captar el contenido más profundo, este amor hasta el extremo. 

Levantarse

Lo primero que hace Jesús es levantarse, el amor implica desinstalación. Cuando yo amo lo primero que tengo que hacer para amar bien y para amar como Jesús, es salir de mi zona de confort, salir de mi zona de seguridad, no tener como ley de vida aquello de, más vale malo conocido que bueno por conocer, sino arriesgarme a vivir la novedad del amor, como digo desinstalándome, cambiando de posición y eso es un riesgo y a veces ese riesgo no estamos dispuestos a correrlo porque corremos el peligro de lastimarnos y porque necesitamos ciertas certezas y seguridades que nos van apoltronando e instalando para que el amor en nuestro corazón triste y lamentablemente corra el riesgo de congelarse. Jesús nos enseña que uno de los primeros gestos de amor entonces es levantarse, desinstalarse, cambiar de actitud

Quitarse el manto

La otra acción que hace Jesús es el quitarse el manto, el manto no era simplemente una vestimenta sino que el manto era signo de la identidad más propia de la persona, un emperador se lo conocía por su manto, a un soldado por el manto, a un mendigo por el manto, a un maestro por el manto y él se despoja de eso, por eso la segunda actitud para del amor es despojarse de lo que somos. Uno tiene que renunciar para poder dar, no podemos vivir, si queremos vivir el evangelio de Jesús y el mandamiento del amor, no podemos vivir pensando permanentemente y casi exclusivamente en nosotros con el afán de siempre recibir, siempre recibir. Como decía, tenemos que renunciar para poder dar y fíjense que el gesto que hace Jesús con el manto es quitárselo para después volvérselo a poner y esto es lo que el significado del gesto que va a hacer Jesús en unos instantes después al día siguiente en la cruz y ya lo había predicho antes al final del discurso del buen pastor, nadie me quita la vida, yo la entrego para poder recibirla nuevamente. Ese despojarse y renunciar de Jesús en ese gesto del manto está ya adelantando lo que va a hacer, dar la vida, despojarse para volver a recibirla como un don del Padre. 

Se pone una toalla

Se pone una toalla, daría la sensación que es un gesto insignificante pero es un gesto que dice mucho porque será con la toalla con la que Jesús quiera significar principalmente la actitud de servicio. En el evangelio de Juan hay solamente dos bienaventuranzas en boca de Jesús, la primera es la que escuchamos en el evangelio de hoy, dichosos ustedes si hacen lo mismo y hacer lo mismo no es literalmente lavarse los pies, hacer lo mismo es servirse unos a otros amándose unos a otros. Por eso el servicio tiene que nacer de un afecto del corazón, no de una obligación voluntarista de solidaridad sino que tiene que partir desde lo más profundo de nuestro corazón desde una convicción de fe. Yo sirvo porque creo y porque creo sirvo a mi hermano y servir al hermano no es hacer que el hermano se sienta bien siempre y cuando a mí no me implique demasiado esfuerzo o me sea cómodo o me sea posible. Jesús de esta manera está demostrando que el servicio es el sinónimo del verbo amar para el evangelio. Curiosamente cuando termina de lavar los pies Jesús no se quita la toalla, por lo menos el evangelista Juan no lo dice, esto significa que el servicio no tiene interrupción porque la caridad, el amor nos apremia. 

Pone agua en una jarra y lava los pies

Pone agua en una jarra y con esa agua empieza a lavar los pies a los discípulos, esto no solamente es un gesto revolucionario sino que es un gesto escandaloso por varios motivos, el primero porque imaginémonos la escena: Jesús curvado, agachado, inclinado ante los apóstoles. Él había dicho que el mayor de todos tenía que servir y que era más importante no el que está a la mesa sino el que está sirviendo a la mesa y en ese momento Jesús está dando la muestra más grande de amor y de servicio, todo un Dios que los cielos no pueden contener, inclinado y corvado ante la suciedad de los pies de sus apóstoles, qué fuerte. Hoy Jesús hace lo mismo con cada uno de nosotros, Jesús no tiene ni miedo ni vergüenza en tocar los pies de los apóstoles polvorientos, a veces con olor, los pies son lo que generalmente siempre tenemos tapados y son los que más cerca del suelo están. Jesús no tiene ni miedo ni vergüenza de tocar nuestras miserias, Jesús no tiene reparo en ensuciarse las manos, sus manos, sus santas manos con nuestra suciedad porque Jesús sabe que cuando uno ama el amor limpia, el amor renueva, el amor hace que se vuelva a tener la pureza de un principio. Por eso es un gesto muy disidente, decían los rabinos que no se podía ni siquiera pensar que un judío le lavase los pies a otro judío porque esto era solamente y exclusivamente una función de un esclavo que no era ni judío. Fíjense lo que hace Jesús, por eso digo qué fuerte, el amor de Jesús limpia, el amor de Jesús purifica, el amor de Jesús es donación total, es inclinarse ante cada uno de nosotros. 

Nuestra vida como un servicio constante de amor ininterrumpido

Sintamos hoy en nuestro corazón, en fe, no con sensaciones sino en fe, sintamos que esta noche aunque sean simplemente 12 los que hoy se les laven los pies aquí en esta Eucaristía, lo vemos a Jesús otra vez demostrándonos que nos ama hasta el extremo a cada uno de nosotros y tiene para cada uno de nosotros ese gesto de amor desinstalante, de amor que renuncia para entregarse, de amor que sirve, de amor que se inclina, de amor que limpia. Hoy Jesús a cada uno de nosotros nos toma de los pies, nos lava, nos renueva en su amor. Dichosos ustedes si hacen lo mismo entre ustedes. Que este gesto de amor de Jesús, ese gesto de amor hasta el extremo nos impulse a que nuestra vida sea un servicio constante de amor ininterrumpido aunque a veces nos cueste y aunque servir canse y que seamos Eucaristía, donación para la vida de los demás. Que así sea.

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