Liturgia de la palabra

Entre el tiempo y la eternidad | P. José Antonio Álvarez

Está llegando a su fin el Año Litúrgico. En una semana más terminará el Tiempo Ordinario, para luego dar inicio a otro, con la llegada del Tiempo de Adviento o preparación a la Navidad. Así es el tiempo, una sucesión que parece siempre empezar y, a la vez, siempre terminar.

La Liturgia de la Palabra de estos días nos pone frente al Fin. Pero a un Fin, que es al mismo tiempo el inicio de la eternidad. La mirada del pagano es triste, solo ve el fin y se angustia. La mirada de la fe, esa que ilumina Dios para que no tropecemos, se abre a la vida sin fin y se llena de alegría interior.


¿Cuándo llegará, para mí, el fin del mundo? Claramente es lo más seguro que tenemos en la vida, mi fin será cuando yo me muera. ¿Mi muerte será mi fin? Será el fin del mundo para mí, pero no el fin de la vida. Será justo ese mismo día que comenzará la etapa definitiva de mi vida. Y la voy preparando hoy.


El Señor espera que levantemos la mirada interior y nos preocupemos de lo que vale para siempre. Que no nos lamentemos de perder lo corruptible y perecedero, sino que nos alegremos de tener por seguro (su promesa es el seguro) la vida eterna en Dios. Hoy se juga para mí, la eternidad. La quiero en la felicidad, pues manos a la obra, que “obras son amores y no solo buenas razones”.

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