La Liturgia de la Palabra de este domingo 27º Ordinario nos habla de la Fe. La verdadera Fe, la Fe en la que hemos sido convocados y congregados por Dios mismo y en su Iglesia.
No hay que confundir la fe, con el mero acto de creer pues, como enseña san pablo, “hasta los demonios creen y tiemblan”.
La fe cristiana, la que nos salva y salva a los demás a los que somos enviados, es Servicio, un servicio humilde, esperanzado y testimoniado. Humilde, quiere decir no pensar que merezco nada, sino trabajar solo por amor de Dios. Esperanzado, porque no somos masoquistas y si nos cuesta vivir la fe, sabemos que nos espera un premio infinito y, ya aquí, nos hace vivir en paz.
Testimoniado, el testimonio se muestra en las obras concretas y sin excusas. Buena es la oración y las devociones, pero sin el servicio humilde, esperanzado y testimonial, es sólo una cáscara vacía.
Vamos a vivir la Fe y a contagiarla, confiados solo en amor de Dios que todo lo puede y quiere hacerlo conmigo. Amén.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 3b-10
Dijo el Señor a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti diciendo: «Me arrepiento», perdónalo».
Los apóstoles le dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Él respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», ella les obedecería.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: «Ven pronto y siéntate a la mesa»? ¿No le dirá más bien: «Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después»? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: «Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber»».
Palabra del Señor