Santoral

Hoy celebramos a San Nicolás de Flüe, el ermitaño que consiguió la reunificación de su país

Cada 21 de marzo la Iglesia Católica celebra a San Nicolás de Flüe (1417-1487), patrono de Suiza.

Niklaus von Flüe -su nombre de pila en alemán- nació en 1417, en Flüeli-Ranft, pueblo de la Comuna de Sachseln, cantón (región) de Obwalden (Suiza), en el seno de una familia campesina de ciertos recursos.

De pequeño trabajó en el campo hasta que incursionó en la vida militar. Participó en la guerra contra Zürich (1440–1446), cuando este cantón se enfrentó a la Antigua Confederación Suiza de la que no quería seguir formando parte. Obwalden, por su parte, se mantuvo fiel a la confederación.

A los 30 años contrajo matrimonio con Dorotea Wyss, con quien llega a tener diez hijos -hoy considerado una “familia numerosa”, y casi sinónimo de una locura, pero que en su tiempo fue bastante común-. Bajo la tutela y cuidado de los esposos von Flüe, se erigió un hogar donde sus miembros labraban la tierra y se vivía en cristiano.

A los 37 años, el santo decide retomar la carrera militar y obtiene el grado de capitán. En este período participa de las campañas expansionistas de la Confederación en contra del Sacro Imperio Romano Germánico. Es muy probable que esta experiencia haya contribuido posteriormente a su posición crítica frente a la guerra, vista como mecanismo para someter nuevos territorios y empoderar a las casas feudales o imperiales.

En los siguientes años, Nicolás inicia su carrera política y ostenta importantes cargos públicos: primero fue consejero del condado de Obwalden; y después, diputado de la Dieta federal. Cuando se le presentó la oportunidad de ser Landammann (gobernador) de su cantón, declinó por razones personales. Algo, no previsto, estaba pasando en su corazón.

Una visión mística sobre la propia vida

De acuerdo a la tradición, Nicolás tuvo un sueño en el que aparecía un enorme caballo comiéndose un lirio. El animal llevaba atado un pesado arado. El santo interpretó esto como un mensaje que venía de lo alto y que reclamaba por su vida interior: el caballo era considerado habitualmente como símbolo del poder temporal -era el animal favorito de la nobleza- mientras que el lirio era símbolo de la pureza y la sencillez.

Nicolás decidió entonces apartarse del mundo y consagrarse a la vida contemplativa como ermitaño. Para ello pidió el consentimiento de su esposa y sus hijos, quienes se lo otorgaron.

Decidido a vivir lejos del que fue su hogar tomó rumbo a Estrasburgo, donde había una comunidad de los ‘amigos de Dios’, una fraternidad que él conocía bien, y a la que lo introdujo su madre en sus años mozos. Nicolás no completó el trayecto -es más, había decidido el retorno a su lugar de origen- y se instaló a medio camino. De esta forma, desde 1467 hasta su muerte, vivió en la humilde celda (una rústica cabaña) que él mismo construyó. Al lado de esta se construiría más tarde la capilla del valle de Ranft, lo que le dio la oportunidad de asistir a misa a diario y vivir solo de y para Dios: se dice que Nicolás no probó alimento alguno por diecinueve años a excepción de la Eucaristía.

Sin proponérselo, el Hermano Nicolás se hizo de una fama que trascendía fronteras y que llevó a miles -incluyendo autoridades civiles y eclesiales- a visitarlo en busca de consejo. Hacia 1470, Ranft ya se había convertido en lugar de peregrinación y su santuario en parte del ‘Camino de Santiago’ (paso hacia Santiago de Compostela, España). El Papa de ese entonces, Paulo II, decidió entonces conceder las debidas autorizaciones para acoger a los peregrinos.

La guerra no debe ser opción: todos pierden

En 1477 se produjo un enfrentamiento que puso en riesgo la unidad conseguida entre los pequeños estados que habitaban la zona de Europa gobernada geográficamente por los Alpes suizos. La Antigua Confederación empezó a desmembrarse a raíz de la inclusión de facto de Lucerna en la unión. Un grupo de cantones de características más rurales se levantó contra aquellos que apoyaban al ‘nuevo integrante’, en parte porque no habían sido consultados, en parte porque consideraban que la anexión de este, como de otros cantones más, fortalecía los núcleos citadinos en contra de los intereses de las regiones rurales -tradicionalmente corazón de la vida y cultura suizas-.

Las tensiones forzaron la reunión de todos los involucrados en la Dieta Federal de 1481, en la ciudad de Stans. Cuando la Dieta estuvo a punto de disolverse y, con ello, darse fin a la larga historia de integración entre los pequeños estados suizos cuyos esfuerzos venían desde el siglo XIII-, el párroco de Stans se apareció con una carta de San Nicolás de Flüe en las manos.

En ella el santo llamaba a la reconciliación y a superar los desacuerdos. Daba, además, consejos a las autoridades y gobernantes. Fue tal el impacto que causó la carta en los asistentes que se terminó jurando la paz. No es exagerado decir que sin San Nicolás la Suiza que hoy conocemos simplemente no existiría.

El Hermano Nicolás murió no mucho tiempo después de lograrse la paz, el 21 de marzo de 1487.

Devoción y patronazgo

El Venerable Papa Pío XII canonizó a San Nicolás de Flüe en 1947. Su fiesta se celebra el 21 de marzo en todo el mundo, a excepción de Suiza y Alemania, que lo celebran el 25 de septiembre.

Se ha mencionado anteriormente que San Nicolás es Patrono de Suiza. Dicho patronazgo no le es exclusivo, pues lo comparte con Nuestra Señora de las Ermitas de Einsiedeln y con San Galo.

San Nicolás es también patrono de la Katholische Landvolk Bewegung (Movimiento de las Comunidades Rurales Católicas).

Presencia en el Catecismo

En el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (1992) está citada una bellísima -y breve- oración atribuida a San Nicolás de Flüe (No. 226):

Mi Señor y mi Dios, toma de mí todo lo que me distancia de ti.
Mi Señor y mi Dios, dame todo lo que me lleva más cerca de ti.
Mi Señor y mi Dios, sepárame de mí para darte todo a ti.

Esta oración aparece bajo el subtítulo IV: “Consecuencias de la fe en el Dios único”, perteneciente a “Segunda Sección: La profesión de la fe cristiana” del Catecismo.

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