La pandemia del Covid 19 es una verdadera guerra silenciosa y mundial, pero aún no termina.
En el homenaje a los caídos, en cualquier situación que los haya provocado, se suele invitar a los familiares, deudos directos de los caídos. No basta con los democráticos representantes electos por el pueblo. Fueron elegidos para legislar o ejecutar, pero no se les delegó el afecto familiar de nadie.
Los familiares no estuvieron invitados. Un acto de homenaje que no consuela a los deudos, ¿a quién consuela? ¿Cuándo se homenajeará a los que siguen muriendo cada día?
Parece un hecho menor o una intromisión nuestra en un tema de carácter político. A mí me puso a pensar en cómo somos los argentinos. Se va a hablar algún tiempo de esto y sobre todo por los costos del acto y por poco más.
Es tan irrelevante, como absurdo. Pero, ¿a quién le importa? O mejor, ¿Qué cosa nos importa? Vamos a una próxima elección legislativa de medio tiempo, con las mismas “listas sábana” de siempre. Luego dirán que eso hay que cambiarlo, pero no lo harán, como no lo han hecho hasta ahora, porque les conviene que sea así. ¿A quién le conviene que los electores no puedan elegir a cada candidato por separado y conociéndolo? A los corruptos, claro. ¿Son todos corruptos? No lo creo, hay mucha gente buena. Pero los malos son muy malos y ensucian el juego de tal modo, que nunca hay tiempo y atención para los temas que mejorarían nuestro sistema de gobierno. Nunca se les oye pedir perdón por los desastres cometidos.
Un homenaje que resultó ofensivo y ultrajante. Ofensivo para los deudos y para los que siguen muriendo aún por este flagelo. Ultrajante porque fue ocasión, una vez más, para introducir esa verdadera traición al idioma y a la naturaleza, que pretende llamarse lenguaje inclusivo. Un disimulo grotesco para ocultar los temas de verdadera relevancia.
¿Dónde están la vacunas que faltan, quién se va a quedar con la Hidrovía del Paraná, por qué razón nos come la inflación y qué o quién la produce, etc. etc, etc.?
Mientras la dirigencia política se ocupa de armar listas de candidatos para las próximas elecciones, no debemos perder de vista lo que ocurre, lo que ocurrió y lo que quisiéramos que ocurra. Las próximas elecciones legislativas pueden equilibrar el poder, para intentar un mejor modo de país o pueden desequilibrarlo para siempre. Roguemos a Jesús, Señor de la Historia, que perdone nuestros muchos crímenes y nos conceda una nueva oportunidad de hacer las cosas bien, de una buena vez.
Pbro. José Antonio Álvarez