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El Papa pide a los jóvenes cambiar el “no me importa” por el “me interesa”

Francisco recibió este sábado a los jóvenes de la Acción Católica Italiana a los que advirtió que "la enfermedad de la indiferencia en los jóvenes es más peligrosa que el cáncer".

El Santo Padre Francisco se reunió este sábado en el Aula Pablo VI, con unos dos mil niños y jóvenes de la Acción Católica Italiana, a los que pidió ponerse al servicio de los más débiles de su parroquia y de sus barrios.

El pontífice los animó a ser “jóvenes creyentes, responsables y creíbles”, alentándolos a interesarse por la “realidad social”, muy trastornada por la pandemia y les recordó que el lema cristiano es “me interesa” y no “no me importa” y añadió: “La enfermedad de la indiferencia de los jóvenes es más peligrosa que el cáncer”.

Unos dos mil jóvenes, sacerdotes y familias de Italia, están estos días en Roma participando de una conferencia destinada a discutir cómo transformar sus posiciones asociativas en oportunidades para cuidar y ponerse al servicio de sus territorios, de las personas que cada uno encuentra en el camino de la vida y en los “lugares” que habitan los hombres y mujeres de hoy.

La realidad sociocultural en la que viven los jóvenes de hoy “ha cambiado mucho” y reconoció el pontífice que “la misión de la iglesia, especialmente la parroquial”, se planteó hace mucho tiempo. Pero, subrayó, queda algo esencial: la parroquia es “el ambiente ‘normal’ donde aprendimos a escuchar el Evangelio, a conocer al Señor Jesús, a ofrecer un servicio gratuito, a orar en comunidad, a compartir proyectos e iniciativas, a sentirnos parte del pueblo santo de Dios”.

El amor por la Iglesia
Partiendo de ese común amor por la parroquia “entrelazado” con la experiencia asociativa de la Acción Católica, el Santo Padre resaltó la importancia de formar parte de una comunidad cristiana: participar, compartir, colaborar, rezar juntos. Eso implica también ser “cristianos que se interesan por la realidad social y aportan su propia contribución”, personas a quienes les “importa” el otro y que están convencidas de que “la miseria humana no es un destino que recae sobre unos pocos desgraciados, sino casi siempre el fruto de injusticias que hay que erradicar”

“Esto es muy importante: aprender a través de la experiencia que en la Iglesia todos somos hermanos por el Bautismo; que todos somos protagonistas y responsables; que tenemos diferentes dones y todos para el bien de la comunidad; que la vida es una vocación, seguir a Jesús; que la fe es un don que hay que dar, testimoniar”.

Tras reconocer la importancia de esa “escuela” que es la parroquia y la Acción Católica para tantos jóvenes que dieron su testimonio tanto en la Iglesia como en la sociedad, en las diversas vocaciones y sobre todo como fieles laicos, Francisco volvió a puntualizar que, aunque sean de generaciones diferentes, tienen “en común el amor a la Iglesia y la pasión por la parroquia, que es la Iglesia en medio de los hogares, en medio de la gente”.

Crecer en la fraternidad
Ante esa necesidad de contribuir al crecimiento de la Iglesia en fraternidad, el Santo Padre reconoció que la debilidad de la dimensión comunitaria actualmente puede asustar, una situación que se agravó con la pandemia. Es una realidad el hecho de que hoy no hay esa voluntad de reunirse, hacer debates y asambleas que, por un lado -puntualizó el Papa- puede ser bueno, pero la Acción católica “no tiene que ser una “sesión” católica, y la Iglesia no sale adelante con las reuniones. Pero por otro lado, reconoció, también hay mucho individualismo incluso en las comunidades católicas.

“El individualismo, la cerrazón en el ámbito privado o en pequeños grupos, la tendencia a relacionarse “a distancia” también infecta a las comunidades cristianas. Si nos fijamos, todos estamos algo influenciados por esta cultura. Así que debemos reaccionar, y ustedes también pueden hacerlo empezando por trabajar sobre sí mismos”.

Un trabajo, explicó el pontífice, que requiere empeño y perseverancia, pues “la fraternidad no se improvisa y no se construye sólo con emociones, eslóganes o actos”, sino que es un trabajo que cada quien hace sobre sí mismo junto con el Señor. 

“La realidad fundamental para nosotros es que en la Iglesia experimentamos este movimiento en Cristo, a través de la Eucaristía: Él sale de sí mismo y entra en nosotros para que nosotros salgamos de nosotros mismos y nos unamos a Él, y en Él nos encontremos en una comunión nueva, libre y oblativa. La fraternidad en la Iglesia se funda en Cristo, en su presencia en nosotros y entre nosotros. Gracias a Él nos acogemos, nos soportamos, nos perdonamos”.

Ser levadura en la sociedad
Es en esa relación con Cristo, animados por el Espíritu, lo que hace que los cristianos puedan ser “levadura” en la sociedad, allí donde viven: “levadura de humanidad, porque Jesucristo es el Hombre perfecto y su Evangelio es una fuerza humanizadora”. En este sentido, el Papa recordó que esa es precisamente la frase que utilizan los responsables parroquiales de la Acción Católica, “ser levadura en este mundo”, ser levadura “desde dentro”, porque de lo contrario, “si al estar en el mundo nos volvemos mundanos, perdemos la novedad de Cristo y no tenemos nada más que decir o dar”.

Francisco se despidió de los jóvenes recomendándoles que siendo octubre el Mes del Rosario, “aprendan de la Virgen María a guardar y meditar los misterios de Jesús en su corazón”. Que se reflejen cada día en los acontecimientos alegres, luminosos, dolorosos y gloriosos de su vida, porque les permitirá “vivir lo ordinario de manera extraordinaria, es decir, con la novedad del Espíritu, la novedad del Evangelio”.

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