Sentido Común

¿Adivino yo? No. Solo que, con los años, aprendí a ver los “después”…| Padre Héctor Albarracín 

“¿Quién de ustedes que quiere edificar una torre no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si (después) tiene lo suficiente para completarla?” (Lucas 14,28).

Después de la confianza viene la esperanza. Después de la ilusión, la desilusión.

Después de la ira permanente viene la depresión (en cualquiera de sus formas).

Después del sacrificio por amor viene la alegría y el gozo.

Después del amor verdadero viene la amistad.

Después del “amor” posesivo vienen los celos y luego el odio.

Después de “escuchar” el idioma del amor, es decir, el ser amados, viene el poder “hablarlo” correctamente.

Después del “desamor” no viene el amor, si no media un tiempo de duelo.

Después de la falta de paternidad y maternidad viene la peor de las pobrezas: la orfandad y la mendicidad de amor…

Después de cerrar voluntariamente los ojos a la luz de la Verdad viene la confusión de la oscuridad.

Después de la ignorancia viene el conocimiento, si se sabe escuchar; de lo contrario viene la necedad.

Después de cambiar de conducta viene el cambio de pensamiento.

Después del hedonismo viene el “vacío” y la abulia.

Después de la abulia viene la dureza de corazón y la desesperación.

Después del “sexo” “libre de hijos” viene el sexo “libre de amor”.

Después del sexo “libre de amor” viene el sexo “libre de sexo” y el sexo “libre de cuerpos” es decir, el “sexo virtual”… ¿y después?

Después de la Revolución contra la tiranía viene la tiranía de los revolucionarios.

Después de la tiranía viene la anarquía.

Después de la anarquía viene el individualismo (cada uno es autoridad para sí mismo).

Después de la ideología (la idea sin referencia a la realidad) viene el voluntarismo y la violencia (la realidad manipulada por la idea).

Después de las humillaciones “aceptadas” viene la humildad; de lo contrario, viene el resentimiento.

Después de la humildad viene la libertad.

Después de la soberbia, alguna forma de esclavitud.

Después de la costumbre o la rutina no viene la virtud, sino el aburrimiento.

Después del sufrimiento al que no le encontramos ningún sentido viene la negación o la evasión.

Después de encontrar algún sentido al sufrimiento viene la aceptación y la superación.

Después de haber padecido una grave necesidad viene la compasión por los demás.

Después de la muerte de un ser querido, o de cualquier otra pérdida existencial, “debería” venir un tiempo de duelo.

Después del duelo viene la aceptación.

Después del sentimiento no viene el conocimiento, si no media la reflexión.

Después del conocimiento no viene la virtud, si no media el amor.

Después del deseo “real” viene la saciedad.

Después del “espejismo” viene la insatisfacción.

Después de las crisis viene una mayor madurez, si nos hemos dejado interpelar.

Después de desproporcionar una cosa viene el descuidar otra.

Después de un don o un regalo (en sentido general) viene la gratitud, si es reconocido como tal.

Después de la gratitud viene la generosidad.

Después de la ingratitud viene la exigencia.

Después de elegir algo o a alguien viene volver a elegirlo y llegar a su plenitud.

Después de la caída viene el aprendizaje o … las siguientes caídas.

Después de la debilidad “no reconocida” viene la dureza y después, la hipocresía.

Después de la debilidad “confesada” viene la fortaleza y la misericordia.

Después de “tapar” la herida viene la herida “infestada”.

Después de la culpa viene el arrepentimiento y el perdón si se reconoce la falta; de lo contrario viene la excusa.

Después del “corazón contrito” viene el “corazón puro”.

Después del “corazón endurecido” no viene el “corazón puro” si no media el “corazón contrito”.

Después de la esclavitud de “Egipto” viene el “desierto” de la abstinencia y luego la libertad de la “Tierra Prometida”.

Después del discípulo viene el maestro (¡no viceversa!).

Después de la buena oveja viene el buen pastor.

Después de la oveja desobediente viene el lobo o el mercenario.

Después del “puente de la confianza” viene el diálogo, porque sin ese puente, cualquier palabra o gesto se puede mal interpretar.

Después de juzgar a los demás con severidad viene el temor a ser juzgado.

Después de la experiencia no viene el aprendizaje, si no media la reflexión.

Después de la reflexión no viene la experiencia, si no media el obrar.

Después de la superstición viene la credulidad y después de esta, la incredulidad.

Después del agnosticismo viene el relativismo.

Después del relativismo viene la tiranía de los poderosos.

Después del divorcio viene la anticoncepción. Después viene el aborto y después la eutanasia.

Después de compartir el amor viene una vejez rodeada de cariño.

Después del egoísmo viene el amor herido.

Después del apego (“te necesito”) viene la utilización y el descarte.

Después del narcisismo viene el “amor” manipulado.

Después de la infelicidad con lo que es propio viene la envidia de lo ajeno.

Después del apetito viene el comer y luego la digestión, de igual modo en el conocer y en el amar.

Después de la riqueza viene el disfrutar.

Después de la avaricia, o de cualquier otro vicio, viene la ansiedad.

Después de la pérdida del sentido común viene la necesaria (y, a veces, absurda) defensa de lo que es obvio.

Después de recuperar el sentido común viene el sentido del humor.

Después de tratar los “síntomas” de una enfermedad (en sentido figurado) viene una “aparente” rápida mejoría. Después de un tratamiento prolongado de la causa de la misma, viene la verdadera curación.

Después de la contemplación viene la acción (no al revés).

Después del silencio y la soledad viene el encuentro consigo mismo y con Dios.

Después del “por qué” vivir o hacer algo viene el “cómo”.

Después de este tiempo viene la eternidad… según cómo hemos vivido el “antes”.

Después de una mentira viene otra mentira.

Después de la verdad, la sinceridad.

Después del amor verdadero viene… ¡más amor!

Después de estar contento y feliz consigo mismo viene el poder estarlo con los demás…

Siempre hay un “después”, pero solo los sabios y prudentes lo saben ver, elegir o evitar “antes”. Mientras que la ingenuidad de los niños lo ignora (y para eso están sus padres); la ingenuidad de los adultos tendrá que aprender “después” del “después” o no aprender más.. pero, ¿para qué seguir sufriendo inútilmente? ¿por qué no hacernos todo el bien posible?

 ¿Por qué me llaman exagerado si solo saqué los efectos de sus causas, es decir, los “después” de sus “antes”?

En definitiva, cuando Dios está “antes” es distinto el “después”…

Fuente
https://piedralibrealsentidocomun.wordpress.com/
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