Un vicio, una adicción, un apego desordenado es una forma de esclavitud interior y, a veces, también exterior. La persona en cuestión, se tiende a engañar pero, tarde o temprano, tiene que «despertar». Cuando se han puesto los «medios» necesarios para sanarse (incluido el tiempo), es como despertar «fuera» de la «jaula»; cuando no, se termina despertando «dentro»…
Justamente, por eso, es que se necesita «confiar» en una ayuda «exterior», tanto para escapar de la «jaula» como para no volver a entrar en ella… Sin ayuda externa (ayuda, no «suplencia») es prácticamente imposible porque la que está «encadenada» es la propia voluntad… Una certeza es necesaria tener: no hay verdadera felicidad en la esclavitud… ¡somos más dignos que las cadenas que nos pueden aprisionar!
Solamente cuando se ha alcanzado realmente esa libertad, entonces, es prácticamente imposible volver a esa esclavitud… ¿conocen algún Santo que haya sido infeliz? ¡y , sin embargo, de cuántos «esclavos» de «dulces cadenas», conocemos su infelicidad!