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Así fueron los 33 días del Pontificado del Beato Juan Pablo I

La fundación vaticana Juan Pablo I difundió una síntesis del “Diario del Pontificado” de Albino Luciani, conocido como “el Papa de la sonrisa” cuyo papado duró solo 33 días: del 26 de agosto al 28 de septiembre de 1978.

Durante su breve Pontificado realizó cuatro Audiencias Generales, presidió el rezo del Ángelus en cinco ocasiones, pronunció dos homilías, nueve discursos oficiales y recibió a numerosas personas en el Vaticano.

El 26 de agosto Albino Luciani fue elegido sucesor del apóstol Pedro en la cuarta votación del cónclave. Elige el nombre de Juan Pablo I e imparte la bendición desde el balcón central de la fachada de San Pedro.

Al día siguiente, el Papa Juan Pablo I concelebra con el Colegio Cardenalicio una Misa por la mañana, envía un radiomensaje Urbi et Orbi y dirige el rezo del primer Ángelus dominical del Pontificado.

En el Ángelus del 27 de agosto el Papa Luciani explicó que eligió el nombre de Juan Pablo I en recuerdo de sus predecesores San Juan XXIII y San Pablo VI.

El 30 de agosto se reúne con el Colegio Cardenalicio y destaca a los purpurados del mundo la importancia de la unidad.

El 31 de agosto pronuncia un discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, recuerda el legado de San Pablo VI, y alienta a los diplomáticos a buscar “las soluciones mejores de los grandes problemas en los que están en juego la distensión, el desarme, la paz, la justicia, las medidas o las ayudas humanitarias, el desarrollo”.

El 1 de septiembre Juan Pablo I recibe a los representantes de la prensa internacional y les pide “tratar de comprender las razones profundas por las que el Papa, la Iglesia y sus Pastores deben pedir a veces, en el ejercicio de su servicio apostólico, espíritu de sacrificio, de generosidad, de renuncia para edificar un mundo de justicia, de amor y de paz”.

El 2 de septiembre Albino Luciani recibe a sus familiares y se reúne con las delegaciones de las iglesias no católicas.

El 3 de septiembre el Papa Juan Pablo I invita en el rezo del Ángelus “procuremos que haya más oraciones y menos batallas” y celebra la Santa Misa de inicio oficial del Pontificado.

El 6 de septiembre realizó su primera Audiencia General que dedicó a “la gran virtud de la humildad”.

El 7 de septiembre se reúne con el clero de Roma.

El 10 de septiembre el Beato Juan Pablo I dice en el Ángelus dominical que “Dios es Padre, más aún, es madre” y explicó que Dios “no quiere nuestro mal; sólo quiere hacernos bien, a todos. Y los hijos, si están enfermos, tienen más motivo para que la madre los ame. Igualmente nosotros, si acaso estamos enfermos de maldad o fuera de camino, tenemos un título más para ser amados por el Señor”.

El 12 de septiembre, Juan Pablo I va a rezar a la tumba de su predecesor, San Pablo VI.

El 13 de septiembre preside su segunda Audiencia General y dedica su catequesis a la virtud teologal de la fe y dice que “la Iglesia católica tiene un jabón excelente: Evangelio, sacramentos, oración; Evangelio leído y vivido, sacramentos celebrados del modo debido y oración bien hecha, serían un jabón maravilloso capaz de hacernos santos a todos” y advierte que “no somos todos santos por no haber utilizado bastante este jabón”.

El 17 de septiembre el Papa Luciani dirige el rezo del Ángelus y destaca la importancia de la escuela y la sociedad.

El 20 de septiembre preside la tercera Audiencia General dedicada a la virtud de la esperanza “obligatoria para todo cristiano”.

El 23 de septiembre Juan Pablo I toma posesión de la Cátedra romana de la Basílica de San Juan de Letrán y expresa su deseo de servir y ponerse “a disposición de todos mis pobres fuerzas, todo lo poco que tengo y que soy”.

El 24 de septiembre el Papa Juan Pablo I dirige el rezo del Ángelus dominical y advierte que “no es la violencia la que puede todo, sino el amor”.

El 27 de septiembre preside su cuarta y última Audiencia Generalen la que dedica su catequesis a la caridad y afirma que “¡Dios es demasiado grande para darle solo unas migajas de nuestro tiempo o corazón!”.

“El amor a Dios es inseparable del amor al hermano, un amor que no debe ser sólo de palabra, sino de hechos; concretizado en la práctica de las obras de misericordia, que hay que completar con el amor y ayuda efectiva a los pueblos que sufren hambre y necesitan justicia, además de caridad”.

El 28 de septiembre recibió en Visita Ad Limina obispos de Filipinas y por la tarde permaneció en el apartamento pontificio. Las religiosas que vivían con él lo describieron como sereno y contento. 

Tras una conversación telefónica de alrededor de 30 minutos con el entonces Arzobispo de Milán, el Cardenal Giovanni Colombo, se despidió de las hermanas y se fue a su habitación a dormir.

Al día siguiente, las religiosas descubrieron que había fallecido. El médico Renato Buzzonetti reconoció el cadáver y escribió que la muerte fue causada por un infarto cardiaco.

Fuente
https://www.aciprensa.com/
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