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Mons. Mazzitelli. Misa Crismal: “Somos testigos de la misericordia de Dios”

En la Santa Misa Crismal, Mons. Marcelo Mazzitelli invitó a salir al encuentro del prójimo para testimoniar la compasión del Señor. “No somos gendarmes o policías de la moral, sino testigos de la misericordia de Dios, queremos ser servidores en la Iglesia”, afirmó.

“Queridos hermanos, como peregrinos en este año jubilar en que celebramos la esperanza que no defrauda, nos reunimos como Pueblo de Dios, pueblo sacerdotal, pueblo de la Alianza, compartiendo en torno a la mesa del altar la belleza de ser Iglesia, Iglesia diocesana”, comenzó diciendo en su homilía Mons. Marcelo Mazzitelli, Administrador Apostólico diocesano. 

“Todos somos convocados como discípulos misioneros a ser protagonistas de la misión, compartiendo dones y carismas”. 

“La bendición y consagración de los óleos en esta celebración lleva un latido de esperanza que se hará cumplimiento con la obra de Dios, en cada catecúmeno que con emoción se acerque al abrazo de Dios, en cada ungido con el santo crisma que nace a la fe en el bautismo o es consagrado para el sacerdocio ministerial, en cada enfermo que se confía en medio de su misterio de dolor y fragilidad a la caricia de Dios en su vida recibiendo las fuerzas que ya no tiene”, expresó. 

Fieles al Dios Fiel y a su pueblo 

“Hoy también como Iglesia agradecemos el don del sacerdocio ministerial”, indicó dirigiéndose a los sacerdotes que llegaron desde cada rincón de la diócesis.  “La renovación de las promesas sacerdotales son expresión del compromiso de seguir al Señor y desplegar la misión encomendada con fidelidad”, resaltó.

“Nosotros hemos recibido la misión de ser signos con nuestras vidas del amor del Buen Pastor, como Él somos enviados para hacernos presentes, cercanos a todos”, afirmó. 

“Fuimos llamados para ser pastores que salen al encuentro para testimoniar la compasión del Señor; no somos gendarmes o policías de la moral, sino testigos de la misericordia de Dios, queremos ser servidores en una Iglesia, que como dice el Santo Padre Francisco es como un hospital de campaña tras una batalla”.

Conducidos por el Espíritu

“Que la renovación de las promesas expresen nuestra docilidad al Espíritu, dejándonos conducir por Él, encontrando nuestra libertad encadenados a Él”, sostuvo y agregó: “Dejarnos conducir por el Espíritu significa vivir en la obediencia filial que se hace efectiva en la mediación de la Iglesia, es el Espíritu que nos libera de la búsqueda de seguridades anclados en el pasado que ahogan la novedad del Evangelio”. 

“Es el Espíritu quien nos abre los ojos para descubrir lo que hay de Reino en el tiempo que nos toca vivir, es el Espíritu quien nos permite acercarnos a la realidad con la mirada compasiva de Jesús”. 

“Queridos hermanos presbíteros, he sido enviado en este tiempo de sede vacante para caminar junto a este pueblo que peregrina en la diócesis de San Rafael, al que abracé cordialmente desde que se me confió, abrazo que quiso llegar de manera especial a ustedes desde el primer momento, adelantado en mi oración”, confesó el Administrador Apostólico. 

“Es la diócesis que se me confía en este tiempo de sede vacante, es la diócesis que amo, es el presbiterio que abrazo como padre y hermano, con la responsabilidad de un pastoreo, el cual sin ustedes no sería fecundo”. 

“Hoy les digo queridos hermanos presbíteros lo mismo que les dije en el día de mi ordenación episcopal al presbiterio de Mendoza que me recibió como obispo auxiliar, sé que no puedo darles todo lo que necesitan, pero llego para darles todo lo que tengo”, afirmó paternalmente. 

“Querida comunidad diocesana, querido Pueblo de Dios peregrino en la esperanza, en la alegría de celebrar el ser Iglesia, pidamos al Señor que renueve nuestra pasión por la misión y juntos ‘demos gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor’”, concluyó.

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