De acuerdo a la Leyenda Mayor de San Francisco, escrita por el Doctor Seráfico San Buenaventura, “un día próximo a la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz” el santo fundador de los franciscanos estaba orando, cuando vio descender del cielo a un serafín de seis esplendorosas alas.
“Apareció entonces entre las alas la efigie de un hombre crucificado, cuyas manos y pies estaban extendidos a modo de cruz y clavados a ella. Dos alas se alzaban sobre la cabeza, dos se extendían para volar y las otras dos restantes cubrían todo su cuerpo”, describe el Cardenal San Buenaventura.
San Francisco se quedó asombrado y sintió en su corazón una mezcla de gozo y dolor porque se alegraba de esta gracia, pero ver a Cristo clavado era para él como una espada “que atravesaba su alma”.
“Al desaparecer la visión dejó en su corazón un ardor maravilloso, y no fue menos maravillosa la efigie de las señales que imprimió en su carne. Así, pues, al instante comenzaron a aparecer en sus manos y pies las señales de los clavos, tal como lo había visto poco antes en la imagen del varón crucificado”, indica San Buenaventura.
El purpurado señala más adelante que San Francisco buscaba mantener oculto los estigmas, pero muchos fueron testigos de este don sobrenatural.
Para conmemorar este suceso, la Orden de los Frailes Menores indica en su sitio web que el pasado 5 de enero se inauguró el VIII Centenario de los Estigmas de San Francisco en el santuario del Monte Alverna, en Italia, donde la tradición relata que el santo recibió las llagas.
Los frailes precisan que estuvieron presente los Ministros Generales de la Familia franciscana y representantes de las diversas realidades franciscanas.
Para este 17 de septiembre, numerosas comunidades y parroquias franciscanas en todo el mundo realizarán actividades para conmemorar los 8 siglos de los estigmas de su fundador, con paz y bien.