Testimonios

¿Hasta dónde llegarías por un reto viral? Estos jóvenes fueron demasiado lejos y asustados lo admiten

En este video, Orange, que es una empresa de telecomunicaciones de España, presenta un proyecto que promueve el uso amoroso de las redes sociales.

Cuando el uso de la tecnología se aleja de lo responsable…

El reto consiste en un juego donde los jóvenes que participan deben escoger si quieren decir una verdad o hacer un reto. Todo en el juego parece normal, y las preguntas no parecen ir más allá de lo cotidiano, e incluso cómico: «¿Cuál es el reto de selfies que te has hecho?»; «reto del bottle flip», que consiste en tirar una botella con agua al aire hasta que caiga en posición vertical; decir si te has metido con la novia de un amigo, entre otras preguntas. Hasta que llega la pregunta final: Hazte una selfie en la azotea del edificio.

La persona encargada sube a la parte superior del edificio, inicia una videollamada, donde muestra el espacio que lo rodea y de repente suelta el celular. Quienes lo observaban desde la oficina a través del televisor creyeron que algo había ocurrido: «¿Se ha caído?». Todos estaban angustiados, hasta que descubrieron que no era verdad.

Los peligros de los retos

«No sabíamos que había pasado»; «cómo le digo a mis padres o sus padres que no lo paré o no le dije nada para salvarle», son algunas de las reflexiones que hacen los participantes del reto cuando los entrevistan por aparte. Esto mismo, que se dice en una situación experimental, donde todo está controlado y gracias a Dios no ha ocurrido nada, es lo mismo que puede ocurrir en tantos de los retos virales que surgen en internet, y al que tantos jóvenes acuden para ser virales y obtener reconocimiento de sus seguidores.

Tantas veces las redes sociales exponen el lado positivo de las cosas, lo cómico, pero muchas veces no evidencian la realidad completa de lo que proponen. Cuando se trata de redes sociales, la ambición no conoce límites y muchas veces por obtener seguidores, reconocimientos y tal vez dinero se borran todos los límites posibles y se genera un caos.

Las bondades de la tecnología que a veces se convierte en problemática

El fin de este post podría malinterpretarse y concluir que se trata de buscar que no se utilicen las redes sociales, que no deberíamos tenerlas o permitirle a nuestros hijos tenerlas. Sin embargo, esto está muy lejos de la verdadera intención.

La tecnología tiene muchísimas bondades: nos permite conectar con lo que pasa en el mundo rápidamente; nos permite enterarnos de la realidad de muchas personas y ayudarles; nos permite aprender y crecer en conocimiento de diferentes áreas, incluso hoy día es la principal fuente de sustento para muchas personas en edad productiva, entre tantas otras bondades.

Sin embargo, sabemos que así como es bondadosa, también puede distorsionar el corazón de sus usuarios y conducir a la confusión y al sufrimiento. No son pocas las personas que han podido compartir su sufrimiento personal cuando ven la «vida» que llevan «otros» y ellos no: viajes, amigos, parejas, dinero, el físico, etc.

Hay tantas personas que sienten que a su vida les falta algo porque su medida es Instagram, Facebook, Twitter, etc. Dejamos de ver a los otros para servirles, y empezamos a hacerlo para compararnos. Así, damos lugar a la envidia, esa tristeza que a veces queda por ver el bien del otro, por sentir que a mí «me falta algo». Y caemos fácilmente en la lógica del consumo: entre más tenga y muestre, mejor.

Uso responsable de la tecnología

Este video tiene un punto de quiebre y es cuando todos creen que su amigo se ha resbalado desde el techo del edificio. Incluso segundos antes uno de ellos se ríe, porque ve lo cómico del momento, y al segundo queda un silencio absoluto en el salón, «¿Se ha caído?».

Es lo único que una chica pregunta frente a la confusión del momento. La situación se pone más tensa aún cuando uno de los que acompañaba al joven toma el celular, dice «Chicos, llamad…» y cuelga la llamada.

«Si no lo haces, te van a llamar cobarde»; «no le dije nada para salvarlo», son algunas de las reflexiones que hacen los jóvenes que participan en el reto cuando los entrevistan minutos más tarde, cuando comprendieron que no era verdad lo que había ocurrido y que su amigo estaba a salvo.

Estas breves reflexiones dejan ver lo que inconscientemente se mueve en el corazón de las personas frente a la tecnología: el deseo de ser amados, aprobados. Incluso en el uso de la tecnología se expresa el anhelo más esencial del ser humano: el amor. Sin embargo, este reto nos recuerda lo que decía San Pablo: «todo me es lícito, pero no todo conviene» (1 Cor 6:12-19).

Si llevamos la situación del video a nuestra propia vida, podríamos pensar ¿cuántas cosas hemos hecho sin pensar en el verdadero bien? ¿Cuántas veces utilizamos objetos o personas sin pensar en el verdadero bien? Tantas veces tomamos algo bello y bueno y lo deformamos por completo utilizándolo mal: el cuerpo, el dinero, la sexualidad, las amistades, la familia, los objetos materiales, etc.

Utilizar las cosas a conciencia

Este video nos recuerda que todo tiene su lugar dentro de la creación. Es importante no cerrarse a las novedades que vienen del medio, pero siempre con un discernimiento interior sobre las cosas, ¿esto me conviene? ¿Esto lo estoy utilizando para un buen fin? Son algunas de las preguntas que podría plantearse una persona frente al uso consciente de cuánto tenemos a nuestra disposición.

Es importante como católicos nuestro rol e inserción en el mundo, en el avance del mismo. Las redes sociales no son malas, la tecnología no es mala.

Pero sí debemos estar atentos a lo que la moda del momento nos invita a vivir y discernir frente a eso, ¿cómo Dios nos invita a vivir el verdadero bien? ¿Cuál es el verdadero lugar de la tecnología, las redes, en mi vida? Y poderlos utilizar «tanto cuanto», en tanto me sirva para un verdadero bien, para un fin en específico.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba