Santoral

Hoy se recuerda a San Longinos, el soldado romano que traspasó el costado de Cristo

Cada 15 de marzo se recuerda la figura de San Longinos, el centurión romano que, por órdenes de Poncio Pilato, estuvo al pie de la cruz con sus soldados; el mismo que traspasó con su lanza el santísimo costado de Cristo.

Es verdad que San Longinos ya no aparece en el Novus Ordo y no se le celebra como se hacía antes; sin embargo, aún son muchos sus devotos y quienes encuentran inspiración en el relato de su conversión. Por eso, generalmente se le recuerda el 15 de marzo, aunque en ciertos lugares, especialmente después de 1969, se le recuerda el 16 de octubre.

Afortunadamente, la tradición nos ha traído historias y leyendas que resultan muy interesantes y aleccionadoras. Por ejemplo, se dice que Longinos sufría de una pérdida paulatina de la vista y que cuando retiró su lanza del Cuerpo del Señor, le salpicó una gota de sangre divina sobre los ojos y quedó curado al instante.

Se dice también que abandonó la carrera militar y se unió a la comunidad cristiana. Después, durante su proceso de conversión, entró en contacto con los apóstoles y empezó a frecuentarlos, recibiendo de ellos el testimonio directo de quién fue Jesús de Nazareth. Cuenta la historia que se apartó de los asuntos mundanos y peregrinó por las regiones de Cesarea y Capadocia anunciando a Cristo y ganando almas para el Reino de Dios.

Dar la vida por un solo Dios

El final de su vida habría llegado con la persecución a los cristianos. Longinos habría caído en manos de sus perseguidores en Capadocia, quienes lo llevaron a juicio. Al negarse a cumplir la pena que se le impuso -hacer una ofrenda a los ídolos-, el gobernador ordenó que le quebraran a golpes los dientes y le cortaran la lengua.

Una vez que los verdugos cumplieron su cometido, el santo se incorporó, cogió un hacha que estaba tirada e hizo pedazos las imágenes de los ídolos que tenía enfrente. De los fragmentos salió una horda de demonios que se apoderó del gobernador y sus ayudantes, quienes comenzaron a dar gritos y gemidos. Longinos encaró en ese momento la máxima autoridad y le dijo que solo su muerte podría salvarlo. El gobernador, entonces, haciendo sorna, lo condenó a morir decapitado. Por esta razón se le considera mártir.

Tan pronto Longinos fue ejecutado, el gobernador recuperó el quicio y empezó a sentir arrepentimiento, tanto que terminó asqueado por lo hecho. Cuenta la leyenda que aquel hombre, profundamente conmovido, se convirtió al Señor ese mismo día.

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