Opinion

[Opinión] El fascismo del Siglo XXI

Por Santiago Widow

El pasado domingo 13 de junio causó revuelo la aparición de una página web titulada “La reacción conservadora” que fue creada por los periodistas Ingrid Beck, Flor Alcaraz, Sol Vallejos, Paula Hernández, Paula Rodríguez y Juan Elman y cuyos trabajos fueron financiados por la misma IPPF (International Planned Parenthood Federation), la multinacional abortista más grande del mundo.

El fin de esta página era mostrar la “investigación periodística” que llevó dos años de una presunta “red de conservadores” en Argentina formada por distintas personas y agrupaciones de cualquier tipo que se oponen a esta agenda, y los presuntos vínculos que habían entre sí (a algunos incluso los exponían como “la novia de”, “el amigo de”, “el asesor de”, etc). Y así quedaron expuestos con nombre y apellido, e incluso algunos datos personales, personajes de gran relevancia como el politólogo Agustín Laje, el escritor Pablo Muñoz Iturrieta, los diputados nacionales Francisco Sánchez y Dina Rezinovsky, la periodista y diputada provincial de Santa Fe Amalia Granata, la periodista Viviana Canosa, el Veterano de la Guerra por las Malvinas y ex candidato presidencial en 2019 Juan José Gómez Centurión, grupos como Unidad Provida, Frente Joven, Cruz del Sur, Fundación Libre, plataformas como Buena Data, Alt Media, La Derecha Diario e incluso algunos jóvenes “influencers” y tuiteros como Lupe Batallán, Belu Lombardi, Ana Belén Mármora, entre otros (donde hasta yo aparezco, para mi sorpresa).

Esto es lo que bien se denomina una lista negra. Una lista donde se expone y se escracha a aquellos que no siguen una ideología política determinada, como si fuesen criminales.

Y esta es una práctica que ya fue llevada a cabo por distintas dictaduras y gobiernos ultrautoritarios y totalitarios a lo largo del siglo XX, como la Unión Soviética, la Alemania Nazi, entre otros. Ahora esto se repite, pero sentando un antecedente aún peor: esta lista no fue hecha en una dictadura sino en plena democracia. En un país donde la libertad de expresión está más que garantizada.

O eso creíamos, porque los que insisten pregonando sobre esa “libertad” son los mismos que llevaron a cabo esto con el único fin de amedrentarnos y silenciarnos.

Y lo más incoherente es que estas personas que nos escrachan ahora se quedaron calladas. Por ejemplo, cuando en 2016 muchos diputados que hoy se consideran feministas (Victoria Donda, Romina del Plaá, Myriam Bregman, etc) votaron contra la prisión efectiva y registro nacional de los violadores. Tampoco expusieron de la misma forma a los jueces que durante el 2020 soltaron delincuentes, incluso femicidas y violadores, poniendo como excusa la pandemia. Es decir, no se puede perseguir a los criminales, pero a nosotros sí solo por pensar diferente a una ideología, como si nosotros fuéramos los delincuentes y no ellos. Y tiene lógica, de alguna forma u otra necesitan que sus relatos y discursos se mantengan en pie para poder predominar.

Sin embargo, esto tiene algo muy bueno. Si hay una razón por la cual actuaron de esa forma contra nosotros es porque son conscientes de que cada vez somos más las personas que no nos sometemos a su ideología y optamos por defender nuestros valores. Ellos nos llaman “reacción conservadora”, pero yo creo que somos más que eso.

Me atrevo a decir que somos una revolución, no como la que promocionan los medios y celebridades de la farándula con la bajada de línea de una ingeniería social, sino una auténtica revolución. Porque a nosotros no nos financia ningún organismo internacional ni tampoco lucramos con ninguna causa a costa de la vida de las personas, como sí lo hacen ellos (de hecho, Ingrid Beck, a quien se mencionó al principio de esta nota, es la dueña del “Ni Una Menos” como marca registrada y cobra por cada marcha que se haga de dicho movimiento).

Nosotros defendemos por nuestros propios medios los pilares que hacen próspera a toda sociedad: Dios, la Patria, la Vida y la Familia. Así que, si estamos dentro de una lista negra solo por decir lo que pensamos, no hay que tener miedo. Al contrario, es motivo de orgullo porque es una señal de que estamos yendo por el camino correcto. Y solo nos queda seguir ese camino con fuerza y unidad si queremos acabar con este Fascismo del Siglo XXI.

Santiago Widow

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