Nuestra Iglesia

Papa: “Jesús es la mano del Padre que nunca nos abandona”

Comentando el Evangelio del día (cfr. Mt 14, 22-33) que relata la travesía de los discípulos del lago en tempestad. De aquí parte la reflexión del Papa Francisco de este domingo. “Esta historia  es también una invitación a abandonarnos con confianza en Dios en todo momento de nuestra vida, especialmente en el momento de la prueba y la turbación”.

Cuando sentimos fuerte la duda y el miedo y nos parece que nos hundimos, en los momentos difíciles de la vida, donde todo se vuelve oscuro: no debemos avergonzarnos de gritar, como Pedro: “¡Señor, sálvame!”. (v. 30). Llamar al corazón de Dios, al corazón de Jesús: “¡Señor, sálvame!”. ¡Es una hermosa oración! Podemos repetirla muchas veces: “¡Señor, sálvame!”.

Dios no se impone, Él pide escuchar

El Santo Padre señaló que el gesto de Jesús, que enseguida tiende su mano y toma la de su amigo, “debe ser contemplado durante mucho tiempo, pues Jesús es precisamente la mano del Padre que nunca nos abandona, Él es la mano fuerte y fiel del Padre, que quiere siempre y solo nuestro bien”.  

“Dios no es el gran rumor, Dios no es el huracán, no es el incendio, no es el terremoto, como recuerda hoy también la historia del profeta Elías que dice: Dios es la brisa ligera que no se impone, sino que pide escuchar (cfr. 1 Re 19,11-13). Tener fe quiere decir, en medio de la tempestad, tener el corazón dirigido a Dios, a su amor, a su ternura de Padre. Jesús quería enseñar esto a Pedro y a los discípulos, y también hoy a nosotros”.

Perseverar en la fe

El Papa señaló que la barca a merced de la tormenta es la imagen de la Iglesia, que en todas las épocas encuentra vientos contrarios, y a veces pruebas muy duras. E invitó a pensar en las persecuciones largas y amargas del siglo pasado, y también en algunas de nuestros días. Y dijo:

“En esas situaciones, puede tener la tentación de pensar que Dios la ha abandonado. Pero en realidad es precisamente en esos momentos que resplandece más el testimonio de la fe, el testimonio del amor y el testimonio de la esperanza. Es la presencia de Cristo resucitado en su Iglesia que dona la gracia del testimonio hasta el martirio, del que brotan nuevos cristianos y frutos de reconciliación y de paz por el mundo entero”.

Así, pues, al finalizar su reflexión, pidió la intercesión de María para que “nos ayude a perseverar en la fe y en el amor fraterno, cuando la oscuridad y las tempestades de la vida ponen en crisis nuestra confianza en Dios”.

Mostrar más
Botón volver arriba