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“La resurrección de Jesús es el fundamento de nuestro amor cristiano“

Recordando el pasaje del Evangelio de San Marcos, en el cual el ángel, sentado a la derecha del sepulcro, le dijo a las tres mujeres que habían ido a ungir a su Amado “Jesús de Nazaret, el Crucificado, ha resucitado, no está aquí”. Monseñor Taussig explicó y resaltó que esas palabras “son una cabal síntesis de nuestra fe, el soporte de nuestra esperanza, el fundamento de nuestro amor cristiano y explican toda la alegría que estalla y resplandece en esta vigilia, en esta solemne liturgia plagada de aleluyas y de invitaciones al gozo y la alegría de toda la Iglesia”.

“Jesús, el de Nazareth, el hijo del carpintero, el que paso haciendo el bien, el profeta de Galilea, el Maestro, el Señor a quien tantos habían seguido…El Crucificado: el que el Viernes Santo fue demolido por los latigazos, coronado de espinas, crucificado y tan desfigurado que ni hombre parecía… el que contemplamos doloridos con su Madre en su soledad…”, agregó.

Él “¡ha resucitado! Ha vuelto a la vida, vive para siempre”, dijo Taussig. “Ha vencido a la muerte que ya no tiene poder sobre El, tiene una vida plena, la vida de Dios en su condición de hombre como nosotros, el mismo Jesús de Nazareth”.

La resurrección “es un misterio más grande que el de la misma creación porque la condición de imagen de Dios que tenía el primer Adán empalidece ante la realidad del Nuevo Adán que nos participa la vida eterna, la vida de la Gracia, la participación de la misma naturaleza divina que ahora resplandece en su carne inmortal”.

“Es el fruto de una intervención de Dios en la historia más liberadora que el paso del Mar Rojo, donde preservó de la muerte a su pueblo y condenó a los perseguidores, porque ahora rescato del mar de la muerte a Jesús de Nazaret, que abre para todos las aguas del Bautismo para que vivamos la vida eterna de Dios en nuestra vida acá en la tierra y, plenamente, después de nuestra propia muerte, allá en el cielo”, dijo.

También es el cumplimiento superador de la profecía de Ezequiel, “que vislumbraba un cambio de corazones de piedra a corazones de carne, porque ahora el corazón traspasado por la lanza abre a nuestros corazones, purificados por el Bautismo, a la posibilidad de latir y amar con el mismo amor divino”, explicó Taussig.

En efecto, “si por el Bautismo hemos muerto con Cristo al pecado, por su Resurrección también nosotros podemos vivir para Dios en Cristo Jesús, como nos recordaba San Pablo en su carta los Romanos”.

Un mensaje esperanzador para nosotros

“El Crucificado, ha resucitado” es un anuncio de un hecho maravilloso que sucedió la noche Santa de la Pascua, “pero es también anuncio esperanzador para nosotros en nuestra vida personal y comunitaria”, expresó Monseñor. “Por eso podemos mirar la amenaza del Covid con nuevos ojos; también las dificultades económicas y los agobios psicológicos y espirituales; los problemas familiares y los de nuestra comunidad o de nuestra Diócesis”, agregó.

Una invitación a anunciar a Jesús

Retomando el Evangelio de San Marcos, <<No está aquí le dijo el joven a las mujeres. No está más en el sepulcro Vayan a anunciarlo>>, el obispo explicó que esas mujeres “primero tuvieron miedo, no podían creer lo que intuían y hacia explotar su corazón de admiración y temor ante lo sublime del anuncio”.

Por ello “su testimonio y el de los otros apóstoles y discípulos aseguran que Jesús está vivo y cuenta con nosotros para que resucitando con El en esta liturgia lo anunciemos con nuestras palabras y gestos, con nuestras obras y nuestra vida”.

“Las promesas bautismales que enseguida renovaremos actualizarán nuestro compromiso y nuestro propósito de anunciar a todo el mundo: Jesús de Nazaret, el Crucificado, ha resucitado!”, concluyó.

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