Nuestra Iglesia

Francisco: “Dios nos pide que seamos constructores de unidad”

En su homilía, el Pontífice comenzó diciendo que deseaba ofrecer dos palabras clave: “unidad y profecía”. Y explicó, en cuanto a la unidad,  que hoy se celebran a dos figuras muy diferentes: “Eran, en fin, dos personas muy diferentes entre sí, pero se sentían hermanos, como en una familia unida, donde a menudo se discute, aunque realmente se aman. Pero la familiaridad que los unía no provenía de inclinaciones naturales, sino del Señor. Él no nos ordenó que nos lleváramos bien, sino que nos amáramos. Es Él quien nos une, sin uniformarnos”.

“La unidad es un principio que se activa con la oración, porque la oración permite que el Espíritu Santo intervenga, que abra a la esperanza, que acorte distancias y nos mantenga unidos en las dificultades”

 

Pedro y Pablo, profetas que ven más allá

 

De Pedro el Santo Padre recordó que es el primero que proclama que Jesús es “el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Mientras Pablo anticipa el final de su vida: “Me está reservada la corona de la justicia, que el Señor […] me dará”. Por esta razón afirmó:

Hoy necesitamos la profecía, una profecía verdadera: no de discursos vacíos que prometen lo imposible, sino de testimonios de que el Evangelio es posible. No se necesitan manifestaciones milagrosas, sino vidas que manifiesten el milagro del amor de Dios; no el poder, sino la coherencia; no las palabras, sino la oración; no las declamaciones, sino el servicio; no la teoría, sino el testimonio.

 

“No necesitamos ser ricos, sino amar a los pobres; no ganar para nuestro beneficio, sino gastarnos por los demás; no necesitamos la aprobación del mundo, sino la alegría del mundo venidero; ni proyectos pastorales eficientes, sino pastores que entregan su vida como enamorados de Dios”

 

Después de recordar que Pedro y Pablo anunciaron a Jesús como enamorados, el Obispo de Roma dijo que Jesús profetizó a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Y añadió que hay también una profecía parecida para nosotros. Se encuentra en el último libro de la Biblia, donde Jesús prometió a sus testigos fieles: “una piedrecita blanca, y he escrito en ella un nuevo nombre”. De manera que:

 

“Como el Señor transformó a Simón en Pedro, así nos llama a cada uno de nosotros, para hacernos piedras vivas con las que pueda construir una Iglesia y una humanidad renovadas”

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