Nuestra Iglesia

“El clericalismo con su lógica de privilegios ha sido una gran piedra en el zapato para el cuerpo eclesial de la Iglesia”

En la misa de apertura de la 121ª Asamblea Plenaria, Mons. Ojea afirmó que "nuestro pueblo necesita ser escuchado, no solo para recibir repuestas sino sentirse escuchado”.

El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Vicente Ojea, celebró la misa de apertura de la 121ª Asamblea Plenaria en la capilla de la casa de retiros El Cenáculo, de Pilar, donde recordó que “abrir y no cerrar es el camino de la identidad eclesial” y subrayó: “Es lo propio de una Iglesia en salida que busca penetrar la nueva cultura con la frescura del Evangelio”.

“El Evangelio que escuchamos nos habla de la inevitabilidad del escándalo y de la necesidad de no provocarlo. Etimológicamente el escándalo es una piedra en el zapato. Hay que cuidarse mucho de no ser obstáculo para que los demás puedan seguir caminando y avanzando en su camino de maduración humana y cristiana”, comenzó diciendo.

La experiencia del Sínodo nos va mostrando que nuestro pueblo necesita ser escuchado, no solo para recibir repuestas sino sentirse escuchado”, advirtió.

“Esto es lo propio de la simetría moral que merecen las personas y que la sociedad espera de la Iglesia. El clericalismo con su lógica de privilegios ha sido una gran piedra en el zapato para el cuerpo eclesial de la Iglesia. El Papa no se cansa de señalar este mal”, agregó Monseñor Ojea. 

“Tanto la división en la que vivimos, como el clericalismo, se desarman con una escucha que no es un mero poner el oído, sino el ferviente deseo de entender y discernir en un dialogo sincero que es lo que el Espíritu Santo le dice a la Iglesia”.

“Una buena imagen para pensar la Iglesia hoy puede ser la del exilio. Vivimos una situación análoga a la que el Pueblo de Dios vivió en Babilonia. Ante el cambio de época muchas veces nos quedamos atónitos y paralizados. Nos resulta difícil encontrar el camino, el modo de ser y estar en la nueva situación como le sucedía al pueblo elegido en aquel país extranjero, pero estar a la defensiva, cerrarnos y no escuchar es lo que nos hace perder identidad”, explicó el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.

” Queremos ser hombres de fe, no solo tenerla como se tienen otras cosas, sino personas hechas de fe, vivir de ella. Para esto es fundamental que podamos escuchar y percibir cómo el Espíritu Santo conduce a su Iglesia con el sentido de la fe que guía al pueblo de Dios”.

Quiera el Señor que podamos dejarnos interpelar por el eco de la voz de Dios que aquí resuena sacramentalmente. Una oración más intensa, una escucha más decidida de la realidad, junto con el discernimiento comunitario, que alcanzaremos por medio de un dialogo sincero entre nosotros, pueden ser el modo de encontrar el camino en la oscuridad”, concluyó Monseñor Ojea.

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