Nuestra Iglesia

“El aborto pretende ser una salida fácil a la mujer, pero queda abandonada”

Con las reformas de la eutanasia y el aborto anunciadas por Moncloa como telón de fondo, el diplomático sentenció que el aborto “en ningún modo puede plantearse como un derecho al propio cuerpo”. En relación a la llamada muerte digna, comentó que “nosotros no somos dueños de la propia vida y mucho menos de la de los demás” y planteó la necesidad de trabajar “con renovado convencimiento para proteger la vida hasta el ocaso”.

Auza defendió que la defensa de la vida no es solo un asunto que concierna únicamente a los creyentes, sino también a todo aquel que “considerando la dignidad humana, lleva en su conciencia un mínimo de humanidad”.

“Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente”, aseveró el nuncio, parafraseando el discurso de Juan Pablo II en la madrileña Plaza de Lima en su primer viaje a España en 1982. “Palabras justas, ni una más ni una menos”, apreció Auza, que explicó cómo “incluso en situaciones difíciles la vida sigue siendo un don, considerando que esta premisa es previa al derecho. Por eso muchos autores prefieren hablar de defensa de la vida y no de derecho a la vida”, comentó.

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