Muchas veces, en nuestro convulsionado e indiferente mundo, podemos pensar que llegar al Cielo es prácticamente imposible. No lo es, al contrario, es la fórmula de vida más sencilla y segura.
En la Liturgia de la Palabra de este domingo, se dice sobre los que viven solo para sí, con desprecio de los demás “que se acabará la orgía de los libertinos”. Esto está dicho para todos los hombres, de todos los tiempos y también para hoy.
La misma Palabra de Dios le pone nombre (gesto de amor personalísimo de Dios) a un hombre que nos da la clave para llegar “al seno de Abraham”. Lázaro no es glorificado por ser pobre, sino por ser humilde y perseverante.
El Apóstol nos invita a “practicar la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad”. A “pelear el buen combate de la fe”. Esto es sencillo, pero no es fácil. Lo fácil suele ser el peor enemigo de la felicidad. Está en nosotros hacer posible nuestra salvación. Dios lo quiere y nos observa. A Él la gloria y honor en todos nuestros actos. Amén.