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Nuevo presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores

Monseñor Thibault Verny ha sido nombrado presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores por el Papa León XIV. El arzobispo de Chambéry, obispo de Maurienne y Tarentaise en Saboya, sucede al cardenal Sean O'Malley. En Francia era responsable de la lucha contra los delitos sexuales contra menores dentro de la Conferencia Episcopal.

Monseñor Thibault Verny asume como el nuevo presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores. Aportará su experiencia desde Francia al servicio de la Iglesia universal, manteniendo sus responsabilidades diocesanas. Hasta junio pasado, presidió el Consejo para la prevención y la lucha contra la pedofilia de la Conferencia Episcopal, cediendo el liderazgo a Mons. Gérard Le Stang, obispo de Amiens, elegido por los miembros en la última asamblea plenaria.

Inicialmente en la diócesis de París y luego en la conferencia episcopal, Monseñor Thibault Verny participó de forma activa en la lucha contra los abusos en la Iglesia, dedicando tiempo a escuchar y acompañar a las víctimas, además de la necesaria interacción con las autoridades civiles y judiciales.

Considera su nombramiento como un reconocimiento al trabajo que ha realizado la Iglesia francesa con la creación de la CIASE (Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia), hasta la publicación del informe de su presidente Jean Marc Sauvé, y la creación del Inirr, instancia de reparación e indemnización.

Thibault Verny busca continuar la labor de su predecesor, el cardenal estadounidense Sean O’Malley, con quien ha colaborado en diversas ocasiones, para establecer una cultura de protección de las personas vulnerables. Así lo expresa en una entrevista a los medios de comunicación vaticanos.

Monseñor Thibault Verny, usted asume la presidencia de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, instituida por Francisco en marzo de 2014. El Papa León XIV lo ha elegido para suceder al cardenal estadounidense Sean O’Malley, quien, a la edad de 80 años, se ha retirado por haber alcanzado el límite de edad. ¿Cómo recibe su nombramiento?

Tres palabras vienen a mi mente y a mi corazón. Primero, humildad ante la importancia y la gravedad de la misión y sus desafíos. Luego, gratitud, hacia nuestro Santo Padre, el Papa León XIV, por la confianza depositada en mí; gratitud también hacia el cardenal O’Malley, con quien he colaborado en la comisión, y por todo su trabajo. La tercera palabra es determinación para continuar y profundizar en este trabajo.

Usted tiene experiencia dentro de la Conferencia Episcopal sobre este delicado tema. Ahora podrá ponerla al servicio de la Iglesia universal…

En Francia, mi misión, primero en la diócesis de París y luego en la Conferencia Episcopal, me permitió escuchar a las víctimas y acompañarlas en su camino. Fue una experiencia decisiva. También trabajé con la sociedad civil, en particular con la justicia, elaborando protocolos de trabajo que permitieron establecer una metodología. Es significativo trabajar con las autoridades civiles y con todas las diócesis de Francia.

¿Cuáles serán, en su opinión, las prioridades de la Comisión y sus prioridades para la Iglesia universal?

Pienso en los miembros de la Comisión para la Protección de Menores y en todos los que trabajan en ella. Me emociona seguir profundizando en esta labor con cada miembro y con el equipo actual. Las prioridades serán profundizar en el trabajo presentado a través del informe anual, las iniciativas en los países que lo necesiten y a través de la iniciativa Memorare para acompañar a las Iglesias en la acogida y el acompañamiento de las víctimas. Próximamente se publicarán las directrices, que proporcionan las pautas para el acompañamiento y la protección de los menores. Otro punto clave será poner en red las iniciativas. Con frecuencia, los países trabajan por su cuenta. Es necesario apoyarse mutuamente y compartir lo que se hace.

¿Cuál es, en su opinión, la importancia del trabajo con las víctimas y de su acompañamiento?

La Comisión no sustituye a las estructuras locales y a las conferencias episcopales, sino que sensibiliza a las diferentes conferencias episcopales y congregaciones religiosas sobre la escucha y el acompañamiento específico de las víctimas. Dentro de la Comisión para la Protección de Menores, es fundamental que haya víctimas, padres de víctimas, que aporten su experiencia insustituible. Creo que debemos seguir implementando una mentalidad, una cultura, dentro de las iglesias para difundir la protección de los menores y hacer que se convierta en algo natural, tanto dentro de la Iglesia como dentro de las familias y la sociedad.

¿Cuál es su valoración del trabajo de la comisión tal y como lo ha visto desde su diócesis de Saboya, y en particular en el clima de hostilidad, o al menos de desconfianza, por parte de una parte de la opinión pública, al que se han enfrentado la Comisión y la Iglesia?

Creo que el término «hostilidad» no es necesariamente adecuado. Yo diría más bien «exigencia». Exigencia hacia la Iglesia en cuanto a su misión, su lugar en la sociedad y la expectativa de una Iglesia ejemplar, capaz de cuidar de las personas vulnerables, en particular de los menores. La Iglesia debe tener humildad, reconocer la verdad para poder mirar hacia el futuro. En cuanto al trabajo realizado por la comisión desde su creación, debe seguir arraigándose en el panorama romano, el de la Curia, y en el panorama de las conferencias episcopales y las congregaciones religiosas. El informe anual contribuye a ello.

En un momento dado, se podría pensar que se había perdido la confianza entre los fieles, o una parte de ellos, y los representantes de la Iglesia. ¿Se ha llevado a cabo hoy un trabajo de reconciliación? ¿Es necesario continuar por este camino?

Me mantengo cauteloso. La confianza no se consigue por decreto. Se gana y se construye día a día. Existe la tentación de querer hablar de otra cosa, de querer pasar página. Sin embargo, el trabajo de verdad y de acompañamiento a las víctimas debe continuar. La protección de los menores sigue siendo y siempre será un tema de actualidad. Es esta la condición para que el Evangelio sea escuchado y creíble.

Fuente: Vatican News

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