En 1918, se produjo un incendio en una granja cercana donde vivía. Teresa, que tenía veinte años, se apresuró a ayudar de inmediato, pero en el esfuerzo de pasar cubos de agua para apagar las llamas, sufrió una grave lesión en la columna vertebral, que le dejó parálisis en las piernas y ceguera total.
Teresa pasaba todos sus días en oración, pero un día se produjo el milagro de la curación en presencia del Padre Naber, que cambiaría radicalmente su vida.
Como relató el padre Naber: “Teresa describió haber visto una gran luz cuando una voz dulce y extraordinaria le preguntó si quería mejorar. La sorprendente respuesta de Teresa fue que estaba bien, mejorando, enfermando o incluso muriendo, siempre y cuando se hiciera la voluntad de Dios.
La voz misteriosa le dijo que ‘hoy sí tendría un poco de alegría, la cura de su enfermedad, pero que todavía tendría que sufrir mucho’”.
La mística vivió algún tiempo con buena salud, pero a partir de 1926 comenzaron las importantes experiencias sobrenaturales que duraron hasta su muerte: los estigmas y el ayuno completo con la Eucaristía como único alimento.
Teresa ofreció a Dios su sufrimiento físico por la pérdida de sangre de los estigmas que duró desde el jueves, día de la Pasión del Señor, hasta el domingo, día de la Resurrección, para interceder en favor de los pecadores que le pedían ayuda.
36 años de sola Eucaristía
Fueron muchas las investigaciones y seguimientos realizados durante el ayuno de la mística alemana por parte de las autoridades eclesiásticas. Por su ayuno basado en la Eucaristía, la autoridad nazi, durante la Segunda Guerra Mundial, le retiró la tarjeta alimentaria, pero le otorgó doble ración de jabón para lavar la ropa que todos los viernes empapaba en sangre, a causa de los estigmas.
También se dice que Hitler le tenía mucho miedo a esta sierva de Dios y dio la orden de que “no se la tocara”.
Visiones proféticas sobre el Papa Juan XXIII
Cuando Pío XII concluyó su viaje terrenal en 1958, se le preguntó a Teresa Neumann quién ascendería al trono papal. Y ella, después de una breve meditación, dijo: “El ángel que viene del mar se sentará en el trono de Pedro. Tomará el nombre de un papa que no fue papa y reinará más allá de mi tiempo”.
La profecía de la mística alemana resultó ser sorprendentemente correcta. De hecho, fue elegido cardenal Angelo Roncalli, procedente de Venecia (el ángel que viene del mar). El nuevo pontífice tomó el nombre de Juan XXIII. En 1410 fue el cardenal Cossa quien, tras ser elegido, había tomado el nombre de Juan XXIII.
Pero entonces las elecciones no resultaron libre, tanto que cinco años después fue condenado por simonía. De esta manera, siglo después, el Papa Roncalli elegía el nombre de un Papa que no había sido Papa. Y su pontificado fue más allá del tiempo terrenal de la mística. En realidad, murió en 1962, mientras que Juan XXIII concluyó su pontificado en 1963.
El 13 de febrero de 2005, bajo Juan Pablo II, fue declarada Sierva de Dios y el obispo de Ratisbona, el actual cardenal Gerhard Ludwig Müller, anunció la apertura del proceso de beatificación en Konnersreuth.