“La guerra la estamos viviendo como lo que es: un momento difícil, muy difícil”, cuenta la hermana María Demianczuk, misionera de las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), oriunda de San Rafael, Mendoza, que hace 23 años vive en Ucrania y que el pasado jueves sintió temblar su casa con los primeros bombardeos.
“Mentiría si dijese que no tenemos miedo”, confesó en diálogo con AICA la hermana Demianczuk, que al tomar sus hábitos recibió el nombre de María Cristiana. “Estamos en un estadío muy temprano de la guerra como para saber qué va a pasar los próximos días, semanas y meses. Intentamos poner todo en manos de Dios”, señaló.
La religiosa argentina, que llegó a Ucrania con 21 años y hoy tiene 44, relató cómo vivieron esos primeros momentos dramáticos en los que los misiles rusos cayeron a pocos metros de su casa.
Un momento aterrador
“El día que empezó la guerra, estábamos despertando a las 8 niñas de nuestro pensionado y a dos niñas más que estaban de visita, para avisarles que los noticieros informaban que el conflicto había comenzado. Queríamos darles la noticia lo más suavemente posible, cuando el aeropuerto de Ivano-Frankivsk, a menos de un kilómetro de nuestra casa fue alcanzado por los misiles rusos”. “Fue un momento bastante aterrador y además del ruido ensordecedor sentimos como si la casa se moviera, pero no sufrimos ningún daño material”, contó la hermana Cristiana y agregó: “Después de que el aeropuerto sufriera el ataque, las hermanas de la comunidad que trabajan en nuestra escuela junto con las 10 niñas y las novicias decidimos dejar la ciudad de Ivano-Frankivsk”.
Tras resolver “miles de imprevistos en esos primeros momentos”, las religiosas y las niñas se trasladaron en un fatigoso viaje hacia la región montañosa de Zakarpattia, donde “no nos va a faltar agua ni leña”, dijo la hermana Cristiana, que ya había comprado remedios y otros elementos con anticipación. Durante todo el viaje estuvo contestando llamados de las mamás de las niñas o algún familiar que buscaban respuestas y querían saber cómo se encontraban.
“Nosotras ya estamos en Zakarpattia, pero todavía hay religiosas nuestras en ciudades como Ivano-Frankivsk, Burshtyn y Ternopil y sacerdotes de su Familia Religiosa, el Verbo Encarnado, que permanecen en sus lugares de misión. Algunos en lugares de alto riesgo como Skadovsk y Kramatorsk”,advirtió la religiosa argentina.
La misión en Ucrania
La hermana Cristiana contó a esta agencia los inicios de la misión en Ucrania de las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará que comenzó en 1999 “cuando tres hermanas de la Argentina fuimos enviadas y nos establecimos en la ciudad de Ivano-Frankivsk”.
“Nuestra primera misión fue llevar adelante un noviciado para las vocaciones locales. Con el correr de los años nuestro apostolado fue ampliándose a otras actividades y se fueron formando nuevas comunidades integradas ya por nuestras religiosas ucranianas”.
“En este momento, dijo la religiosa, mi misión consiste en trabajar en una pequeña escuela que comenzamos en septiembre de 2020 con 6 alumnos y que ahora cuenta con 44. Al par de la escuela abrimos un pequeño pensionado en el que viven 8 niñas de otras provincias, que no son huérfanas, sino que simplemente querían estudiar en nuestro colegio».
Demianczuk explicó que “la mayoría de nuestros apostolados se concentran en la ciudad de Ivano-Frankivsk y alrededores. Pero también tenemos comunidades en las provincias Zakarpattia, Odessa y Ternopil. Al día de hoy, nuestra provincia religiosa cuenta con 59 hermanas, contando religiosas de votos perpetuos y temporales, novicias, postulantes y aspirantes. De todas estas hermanas dos somos argentinas y el resto ucranianas”.
Y agregó: “Además del noviciado, tenemos un aspirantado para las vocaciones más jóvenes, un hogar para niños y niñas huérfanos o con dificultades en sus casas, un hogar para madres solteras con sus hijos, un hogar para mujeres ancianas o con alguna discapacidad y un hogar para gente en necesidad en Odessa. En la ciudad de Burshtyn tenemos una comunidad contemplativa y una apostólica».
“Nos quedaremos junto a nuestra gente”
La hermana Cristiana no duda en contestar cuando se le pregunta por la posibilidad de abandonar el país y el peligro que corren con el inicio del conflicto bélico: “Es muy temprano para decir dónde vamos a estar nosotras y las demás hermanas los próximos días. La idea que manejamos en estos momentos es que no vamos a dejar Ucrania y nos queremos quedar junto a nuestra gente y seguir llevando adelante nuestros apostolados en la medida que la situación lo permita”.
Asimismo, la misionera mendocina contó cómo se está viviendo la guerra entre la gente, algunos muy cercanos a su comunidad.
“Hay hechos heroicos -dijo la Hermana Cristiana- que muestran lo que está pasando este pueblo y la mezcla que presenta una guerra, luces y sombras, alegría de dar la vida por los demás defendiendo su patria y tristeza por el daño irreparable que la guerra causa”.
Tal es el caso que contó la religiosa: “Un joven conocido nuestro, sobrino de una parroquiana, hizo estallar el puente para evitar que los tanques que se acercaban pudieran pasar. Así dificultó su paso por unas horas. Su nombre es Vitalij Skakun. Murió en el lugar”.
Lo más importante es la oración
La situación es difícil, y con futuro incierto, de ahí que la religiosa agradeció el apoyo “de muchísimas personas que nos han escrito y apoyado estas últimas semanas y sobre todo estos días desde que empezó la guerra. Hoy en día es mucho más fácil estar en contacto que hace veintitantos años cuando llegamos. Eso hace muy bien y agradecemos muchísimo los mensajes de apoyo de nuestros seres queridos, familiares, amigos e incluso gente que no conocemos que nos hace llegar su mensaje”.
La hermana Demianczuk dedicó un pensamiento especial al “apoyo del Papa Francisco que también se hace sentir. He visto cómo muchas personas comparten oraciones por la paz y el llamamiento a la paz que Su Santidad realizó en las últimas horas, así como los esfuerzos diplomáticos de la Santa Sede”.
Y agregó: «Por supuesto que más allá de todos los esfuerzos diplomáticos, las colectas para enviar fondos a la gente más necesitada aquí en Ucrania y demás iniciativas tendientes a buscar la paz y ayudar al pueblo ucraniano, lo más importante es la oración. Yo agradezco, y lo hago en nombre de todas las religiosas aquí y también de la gente con la que trabajamos, por todas sus oraciones por la paz no sólo en Ucrania sino a lo largo y ancho del mundo. Gracias. Nos encomendamos a sus oraciones”.
Fuente: Aica