A partir de los datos generados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), entre 2023 y 2024, se observa un marcado incremento de la incidencia de la indigencia y de la pobreza. Así lo subraya el último informe «Pobreza por ingresos en base a la EPH Argentina urbana: segundo semestre 2016 – primer semestre de 2024 del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA UCA).
El resumen del informe revela que entre el segundo semestre de 2023 y el primer semestre de 2024, la población en situación de indigencia pasó del 12,3% al 18,1% y la población en situación de pobreza se incrementó del 41,9% al 52,9%.
Observando en detalle la evolución trimestral, el ODSA UCA señala que se evidencia que el empeoramiento en la calidad de vida de la población, medida por los indicadores de pobreza e indigencia monetaria, se dio en el marco de los efectos de la devaluación, política de shock aplicada en diciembre de 2023.
La aceleración de la espiral inflacionaria ya experimentada por nuestro país y la limitada recuperación de la capacidad de compra de los ingresos de los hogares llevaron a que, entre el 4° trim. de 2023 y el 1° trim. de 2024, la población en situación de indigencia relevada por la EPH pasara del 14,6% al 20,1% y la de pobreza del 45,2% al 54,8%.
Posteriormente, entre el 1° y el 2° trim. de 2024, la desaceleración en el ritmo del incremento del precio de los bienes y servicios en conjunto con una leve recuperación de los ingresos reales, generaron un descenso del 20,1% al 16,1% de la población en situación de indigencia y del 54,8% al 51% de la de pobreza.
Otros datos del estudio
Por otra parte, un análisis de la evolución relativa del índice de precios al consumidor (IPC), que representa el principal índice para la actualización de los ingresos laborales y del valor de las transferencias no contributivas realizadas por el Estado, en comparación con el valor de las canastas básica alimentaria (aplicada a la indigencia) y la canasta básica total (aplicada a la pobreza) expresa que a partir del año 2020, y en forma cada vez más marcada, la canasta básica total aumento por encima del IPC y la canasta básica alimentaria aún más que la canasta total. Es decir, los precios que componen la canasta básica alimentaria se incrementaron más que los de la canasta básica total y estos más que el índice de precios al consumidor. Por lo cual, el ajuste por el IPC fue en desmedro de la capacidad de compra de los hogares en situación de pobreza y aún más de los de situación de indigencia.
El incremento sistemático y, como ya se expresó, por encima del índice de precios al consumidor de las canastas utilizadas para determinar el punto de corte de la indigencia y de la pobreza, llevaron a que, para los hogares residentes en el Gran Buenos Aires, en agosto de 2024, una familia tipo necesitara un ingreso mensual no menor a los $ 421.474.- para no ser considerado en situación de indigencia y no menor de $ 939.887.- para no encontrarse en situación de pobreza. Es importante destacar que, en el mismo mes, el monto de una Asignación Universal por Hijo y el bono extra de la Tarjeta Alimentar, representaban el 50,2% del valor que una familia tipo necesita para no ser considerada en situación de indigencia y el 22,5% del monto que necesita la misma familia para no ser considerada en situación de pobreza.
Desde otro punto de vista, a pesar de los esfuerzos del Estado, que basa sus políticas sociales en transferencias focalizadas en hogares vulnerables con menores de edad, en el punto más álgido de la crisis de la coyuntura, en el primer trimestre de 2024, el 30,6% de los menores de 18 años residían en hogares en situación de indigencia y el 70,4% de los mismos en situación de pobreza. Posteriormente, con la desaceleración del aumento de precios y la leve recuperación de los ingresos, la población de menores de 18 años en situación de indigencia disminuyó al 24% y los que se encontraban en situación de pobreza al 63,8%.
Por otra parte, la heterogeneidad productiva de nuestro país y la subutilización de las riquezas regionales lleva a que la situación de la población, a partir de los indicadores monetarios, sea muy dispar. Si bien en todas las regiones se observa un empeoramiento, se siguen manteniendo las desigualdades históricas. En el 1° semestre de 2024, se encontraban en situación de indigencia el 23,2% las personas relevadas en la región Noreste, el 19,8% de las del Gran Buenos Ares, el 17,2% de las de la región de Noroeste, el 15,9% de la región Pampeana, el 13,5% de Cuyo y el 11,1% de los residentes en la Patagonia. Por su parte, en el mismo período, se encontraban en situación de pobreza el 62,9% las personas relevadas en la región Noreste, el 57% de las de las de la región de Noroeste, el 52,8% de las del Gran Buenos Ares, el 52,3% de Cuyo, el 49,9% de la región Pampeana y el 49,1% de los residentes en la Patagonia.
Las diferencias expresadas por región se remarcan aún más al analizar la situación de la población de los aglomerados que son relevados por la EPH. En el 1° semestre de 2024, los mayores niveles de situación de indigencia se observaron en Gran Resistencia (38,6%), Concordia (26,4%), Santiago del Estero y La Banda (22,9%), partidos del GBA (22,7%) y San Nicolás y Villa Constitución (22,1%). Los aglomerados que presentan los menores niveles de situación de indigencia son la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (7,5%), Gran San Luis (9,8%), Río Gallegos (10%), Comodoro Rivadavia y Rada Tilly (10,3%) y Ushuaia y Río Grande (10,5%). Para el mismo período, los mayores niveles de población en situación de pobreza se presentan en Gran Resistencia (76,2%), Formosa (67,6%), La Rioja (66,4%), Concordia (65,8%) y Santiago del Estero y La Banda (64%). Desde el punto de vista de la pobreza, los aglomerados mejor posicionados son la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (23,1%), Santa Rosa y Toay (40%), Neuquén y Plottier (40,4%), Bahia Blanca y Cerri (44,4%) y Mar del Plata (46,2%).