El documento refleja que cientos de millones de personas ya sufrían de hambre y la malnutrición antes de que el virus llegara y por lo tanto, si las autoridades competentes no hacen nada por remediar esta situación, podríamos encontrarnos ante una emergencia alimentaria mundial.
Por otra parte, se calcula que a largo plazo, los efectos combinados del COVID-19, así como las correspondientes medidas de mitigación y la emergente recesión mundial; podrían interrumpir el funcionamiento de los sistemas alimentarios, si no se lleva a cabo una acción coordinada a gran escala.
Hablamos de una situación alarmante «que podría tener consecuencias para la salud y la nutrición de una severidad y escala no vista durante estas últimas décadas».
los datos afirman que en la actualidad, unos 144 millones de niños menores de cinco años, es decir el 20% de los niños del mundo, tienen retrasos del crecimiento por desnutrición.
A esto se suma, la crisis del coronavirus que «podría empujar a la pobreza extrema a 49 millones de personas más este año y aumentará las cifras de hambre con gran velocidad».