El organismo de las Naciones Unidas ha comprobado que las campañas de información no han sido suficientes para lograr una acción real, debido en particular a la falta de acceso al agua, no sólo en el hogar sino también en las escuelas y hospitales.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud y la UNICEF publicado el año pasado, el 40% de la población mundial, es decir, 3.000 millones de personas, no tienen instalaciones para lavarse las manos en casa. En los países menos adelantados, esta realidad afecta al 75% de la población.
En todo el mundo, el 47% de las escuelas se ven afectadas por esta falta de instalaciones de agua y el 16% de las instalaciones de salud, es decir, casi una de cada seis. Las poblaciones urbanas, en particular las que viven en barrios marginales, se ven particularmente afectadas.
Para cada lavado se necesitan entre 0,5 y 2 litros de agua. Para salvar el oro azul, Unicef recomienda lavarse las manos cuando sea necesario después de visitar lugares públicos, conocer gente o ir al baño. Lavarse las manos es igualmente necesario antes de cocinar, comer o amamantar.
Incluso racionalizando el agua, es posible frenar la epidemia, dice Naylor. Comparte con nosotros su experiencia en Liberia, entonces plagada por el virus del Ébola. En todas partes, desde la oficina del ayuntamiento hasta una pequeña salida de carretera, se colocaron bidones para lavarse las manos. «Al principio hubo controles policiales, pero luego la gente tomó el reflejo», recuerda el funcionario de la ONU. También cree que el éxito llega cuando el cambio de comportamiento individual se combina con la conciencia y la acción colectivas.