Sociedad

Carta abierta al pueblo católico, apostólico, romano de la Diócesis de San Rafael

“El sábado 22 de noviembre de 2020, a las 17:00, Monseñor Taussig presidió en la Parroquia Ntra. Sra. del Carmen de Malargüe la Santa Misa. Durante su transcurso se produjeron reiteradas interferencias, las que fueron realizadas por algunos sacerdotes y laicos, por lo que queremos repudiar esas actitudes”, expresaron.

“De igual forma, rechazamos los actos de violencia contra la persona del Obispo que se produjeron a la salida de esa celebración litúrgica, en forma verbal y mediante volantes difamatorios y con pedidos de renuncia, habiendo llegado también a dañar su automóvil; como así también las demás manifestaciones realizadas en distintas oportunidades y con similares características al frente de la Sede de la Curia”.

Además en la carta, instaron a laicos “que se dicen pertenecer a nuestra Iglesia pero que promueven y concretan manifestaciones públicas, en forma personal y a través de las redes sociales, contra el sucesor de los apóstoles en la jurisdicción diocesana”, a evitar “toda forma de agresión o contienda y también a vivir un humilde y fraterno ‘sometimiento’ como hiciera San Francisco de Asís 800 años y ahora ratifica el Papa Francisco en su Carta Encíclica ‘Fratelli Tutti’”

 

Carta completa

CARTA ABIERTA AL PUEBLO CATÓLICO, APOSTÓLICO, ROMANO DE LA DIÓCESIS DE SAN RAFAEL

Los católicos, apostólicos, romanos de la diócesis de San Rafael estamos viviendo un momento de particular dolor ante el cierre dispuesto por la Santa Sede del seminario diocesano Santa María Madre de Dios. A muchos de nosotros se nos hace difícil entender, desde nuestra visión humana, esa decisión, pero es el Señor quien determina los por qué, muestra los caminos y el momento.

En la oración, y de la paz que de ella brota, hemos encontrado el consuelo a este misterio que Dios nos ofrece para este tiempo y nos confiamos a su voluntad, reflejada en nuestra comunión, que hoy venimos a ratificar, al Papa y los Obispos, particularmente, con quien está al frente de nuestra diócesis, Mons. Eduardo María Taussig.

Ser miembros de la Iglesia Católica (“universal”, es decir, que está en todo el mundo), Apostólica (fundada sobre la sucesión de los apóstoles, los obispos) y Romana (sujeta a la autoridad del sucesor de San Pedro, en estos días el Papa Francisco), implica el sometimiento al Evangelio y a las decisiones que adopta el Sumo pontífice, bajo la virtud de la obediencia.

El punto 333 del Código de derecho canónico es claro respecto de los que acabamos de expresar, cuando señala: “En virtud de su oficio, el Romano Pontífice no sólo tiene potestad sobre toda la Iglesia, sino que ostenta también la primacía de potestad ordinaria sobre todas las Iglesias particulares y sobre sus agrupaciones, con lo cual se fortalece y defiende al mismo tiempo la potestad propia, ordinaria e inmediata que compete a los Obispos en las Iglesias particulares encomendadas a su cuidado. Al ejercer su oficio de Pastor supremo de la Iglesia, el Romano Pontífice se halla siempre unido por la comunión
con los demás Obispos e incluso con toda la Iglesia; a él compete, sin embargo, el derecho de determinar el modo, personal o colegial, de ejercer ese oficio, según las necesidades de la Iglesia. No cabe apelación ni recurso contra una sentencia o un decreto”.

Aceptamos, entonces, repetimos con verdadero dolor, el cierre de nuestro seminario diocesano dispuesto por la autoridad del Vaticano, el que entendemos surge de lo dispuesto por el Derecho Canónico como lo señalamos en el párrafo anterior, e instamos también a hacerlo a los sacerdotes y demás laicos que, en verdadero estado de desobediencia, están realizando acciones contrarias a la voluntad del Papa, comunicada fehacientemente al obispo a principios de julio del corriente año, mediante nota y ratificada
personalmente a Monseñor en su reciente visita al Santo Padre.

El sábado 22 de noviembre de 2020, a las 17:00, Monseñor Taussig presidió en la Parroquia Ntra. Sra. del Carmen de Malargüe la Santa Misa. Durante su transcurso se produjeron reiteradas interferencias, las que fueron realizadas por algunos sacerdotes y laicos, por lo que queremos repudiar esas actitudes. De igual forma, rechazamos los actos de violencia contra la persona del Obispo que se produjeron a la salida de esa celebración litúrgica, en forma verbal y mediante volantes difamatorios y con pedidos de renuncia, habiendo llegado también a dañar su automóvil; como así también las demás manifestaciones realizadas en distintas oportunidades y con similares características al frente de la Sede de la Curia.

Instamos a los sacerdotes hoy en rebeldía, y que oportunamente realizaron votos de obediencia a la autoridad del obispo, a ratificarlos para seguir siendo ministros de la Iglesia católica, apostólica, romana, como así trasmitirles esas enseñanzas a sus feligreses.

En este tiempo tan particular de pandemia, todos necesitamos recuperar la paz. 

A nuestros hermanos laicos que se dicen pertenecer a nuestra Iglesia pero que promueven y concretan manifestaciones públicas, en forma personal y a través de las redes sociales, contra el sucesor de los apóstoles en la jurisdicción diocesana, los instamos, tal como hiciera San Francisco de Asís 800 años y ahora ratifica el Papa Francisco en su Carta Encíclica “Fratelli Tutti”, a evitar toda forma de agresión o contienda y también a vivir un humilde y fraterno “sometimiento”. San Francisco “no hacía la guerra dialéctica
imponiendo doctrinas, sino que comunicaba el amor de Dios. Había entendido que «Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios» (1 Jn 4,16)”.

Convocamos al pueblo católico, apostólico, romano de nuestra Diócesis a vivir el punto 283 de “Fratelli tutti” que dice: “A veces la violencia fundamentalista, en algunos grupos de cualquier religión, es desatada por la imprudencia de sus líderes. Pero «el mandamiento de la paz está inscrito en lo profundo de las tradiciones religiosas que representamos. […] Los líderes religiosos estamos llamados a ser auténticos “dialogantes”, a trabajar en la construcción de la paz no como intermediarios, sino como
auténticos mediadores. Los intermediarios buscan agradar a todas las partes, con el fin de obtener una ganancia para ellos mismos. El mediador, en cambio, es quien no se guarda nada para sí mismo, sino que se entrega generosamente, hasta consumirse, sabiendo que la única ganancia es la de la paz. Cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros».

Finalmente, los invitamos humildemente, como hermanos en Cristo, a rezar y meditar profundamente la Oración de San Francisco, y poner en práctica sus mandamientos: “Donde haya odio: Pongamos Amor”; “Donde haya ofensa: Pongamos Perdón”; “Donde haya discordia: Pongamos Unión”; “Donde haya duda: Pongamos la Fe”…” No busquemos tanto ser comprendidos como comprender”.

En la diócesis de San Rafael, a los 24 días de noviembre de 2020.

CARTA ABIERTA AL PUEBLO CATÓLICO, APOSTÓLICO ROMANO DE LA DIÓCESIS DE SAN RAFAEL

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