Margaret o Margarita nació en Hungría en 1045, en tiempos en los que su familia se encontraba exiliada en ese país tras la invasión danesa de Inglaterra (las “incursiones vikingas” al mando de Canuto el Grande). Por esta razón, ella creció en la corte del rey San Esteban de Hungría.
Su padre, el príncipe Eduardo el Exiliado, no pudo regresar a su patria hasta la caída del imperio nórdico invasor.
Cuando Margarita tenía 11 años, San Eduardo el Confesor, hermanastro de su padre, se hizo del trono inglés, gracias a lo cual la familia pudo retornar a la isla. Lamentablemente, la muerte de su tío Eduardo precipitó que su hermano Edgar reclamase el trono.
A esto se añadía la inestabilidad a causa de los intentos nórdicos por retornar a Inglaterra. Poco después su padre, Eduardo, murió por muerte natural, y su madre, Ágata, decidió el regreso a Hungría. Sin embargo, tras un desvío en el trayecto, llegaron a Escocia, donde terminaron estableciéndose.
Reina madre de Escocia, protectora de los débiles
A los 24 años, Margarita se casó con Malcolm III, rey de Escocia, con quien tuvo ocho hijos. La nueva reina consorte se comportó sabiamente y logró transformar la corte de su esposo con su ejemplo de caridad.
Todos los días la santa daba de comer a los pobres y ayudaba a asear a los mendigos. Se preocupó por extender el número de personas que recibían educación dentro de su pueblo y usó parte del tesoro real para financiar refugios para los necesitados y hogar para los religiosos. Ordenó edificar monasterios e iglesias.
Educó a sus hijos con esmero en los valores cristianos. Influyó en la vida de la Iglesia en Escocia convocando a un concilio con la idea de extirpar aquellos ritos paganos que implicaban vejaciones o sacrilegios contra la Eucarística y los sacerdotes.
Mujer de intensa vida espiritual
Santa Margarita tuvo una intensa vida espiritual, fue asidua a la celebración de la Eucaristía -incluso se dice que asistía más de una vez al día- y vivía con austeridad. Por otro lado, muchas veces rescató a prisioneros de guerra y cuidó de la seguridad de los viajeros.
En 1093 su esposo Malcolm III y sus hijos Eduardo y Edgardo fueron heridos en el intento de recuperar un castillo. Malcolm y Eduardo murieron en batalla, mientras que Edgardo sobrevivió.
La santa enfermó gravemente poco después, pero providencialmente alcanzó a recibir a su hijo Edgardo y despedirse de él, agradeciendo a Dios que la haya librado de soportar tantas desgracias juntas.
Santa Margarita de Escocia falleció el 16 de noviembre de 1093.