
Su figura está íntimamente ligada al acompañamiento, la sanación y la protección en los caminos de la vida. En la Biblia, el Libro de Tobías lo presenta como compañero del joven Tobías, enviado por Dios para guiarlo, curar a su padre Tobit y liberar a Sara del demonio que la atormentaba.
En la historia, Rafael aparece como un viajero misterioso que ofrece su ayuda con sencillez y sabiduría. Durante el viaje, enseña a Tobías a confiar, a perseverar y a obrar el bien. Solo al final revela su identidad diciendo:
“Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia”.
Por eso, San Rafael es patrono de los caminantes, de los enfermos y de quienes buscan orientación o sanación en su vida. Su nombre significa “Dios sana”, y su misión es recordarnos que el Señor nunca abandona a quienes ponen en Él su esperanza.
En este día especial, la comunidad diocesana celebra con alegría y fe al santo protector de todo el sur mendocino, pidiendo su intercesión para que siga acompañando los caminos de cada familia, parroquia y comunidad.






