“¿Quiénes estamos aquí y ahora en la Casa de la Madre de Luján?”, preguntó el prelado al inicio de su homilía. “Físicamente somos muy pocos, pero espiritualmente estamos absolutamente todas y todos”, aseguró dirigiéndose a una audiencia de más de 35.000 personas siguió la transmisión en vivo a través de las redes sociales.
“Aquí está el pueblo Argentino, muy especialmente los afectados en este tiempo de pandemia: los enfermos; los familiares de las personas que han fallecido, los que ya han partido, los trabajadores de la salud y todos los que trabajan para que el país tenga vida y los investigadores de la vacuna”, enumeró. “También están los más pobres, los que más tienen, los ancianos, los que viven en los geriátricos, los que están en la calle, sin casa. Aquí están todos los niños, los de capacidades diferentes, los jóvenes, todas las familias, todas las madres y todos los padres, las mujeres que sufren violencia, los que tiene hambre, los presos, los que están sin trabajo, los que tienen miedo a lo que vendrá”.
“Están todas las provincias, todas las ciudades, los pueblos y los barrios, también los pueblos originarios, las autoridades civiles, los partidos políticos, los empresarios, los movimientos populares, los maestros y docentes, los sindicalistas, la gente del campo, los militares y las fuerzas de seguridad, los veteranos de Malvinas. Están todas las comunidades parroquiales del país, las catequistas, los servidores de nuestras Cáritas, las religiosas, los religiosos, los sacerdotes, los diáconos, los seminaristas y mis hermanos obispos”, continuó.
“Argentina es casa de María y desde siempre está Ella entre nosotros haciendo que el sueño de Dios sea una realidad, que la Patria sea una Casa de hermanos”.
“Hace casi 400 años que esta pequeña imagen de la limpia y pura Concepción quiso quedarse en nuestras tierras y está aquí como Nuestra Señora de Luján. Es mucho tiempo. Tiempo que sin decir palabras, viene acompañando a esta bendita Nación, atrayendo y recibiendo al pueblo peregrino”, reconoció. “Está aquí, enamorando y protegiendo a cada una y a cada uno; escuchando, sosteniendo, sanando, fortaleciendo, animando”.
En este tiempo de pandemia, reconoció el arzobispo, “nos hará mucho bien recordar permanentemente la fuerza del Amor de Dios y de María”, que con su mirada nos dice “que es posible volver a nacer de lo alto; que podemos estar crucificados pero no vencidos; que el sufrimiento vivido en el amor nos une y nos hace solidarios; que la cruz nos deja heridas y marcas, pero que son la identidad de una vida entregada; que el amor paciente nos hace fuertes para luchar las grandes y pequeñas batallas de la vida; que sudar sangre y quedar desfigurados por soportar injusticias, lejos de sacarnos dignidad nos hace limpios de corazón; que el calvario compartido con otros nos humaniza y deja siempre lugar para el perdón. María nos mira y nos da la seguridad de que Dios hace nuevas todas las cosas. Y tanto Amor, nos llena de esperanza”, sostuvo.
Finalmente, el pastor de Mercedes-Luján le pidió a la Madre del pueblo argentino que nos enseñe a transitar este momento tan importante y delicado de la historia de la humanidad “con profundos deseos de novedad”, a aprender del pasado y de este presente tan distinto para apasionarnos por un futuro “más humano y más justo para todos tus hijos e hijas”, a ser un pueblo “más libre, soberano y solidario”.“Necesitamos nuestra Madre de Luján, que nos enseñes a vivir de otra manera”, pidió.
Fuente: Aica