«Jamás se cansen de ser catequistas. No de ‘dar lección’ de catequesis, esto no. Ofrecer. ¿El dedo? En el bolsillo… La catequesis no puede ser como una hora de clase, sino que es una experiencia viva de la fe». El Papa Francisco recibió al final de la mañana en el Aula Pablo VI a unos mil cuatrocientos catequistas llegados de todo el mundo a la Ciudad del Vaticano para el tercer Congreso internacional de catequesis. A todos ellos les agradeció su «compromiso por la transmisión de la fe», que es una importante «responsabilidad» hacia los niños, jóvenes y adultos que «piden hacer un camino de fe».
El «ministerio» de los catequistas
Lo que llevan a cabo los catequistas en la comunidad cristiana es, en efecto, un «gran papel». Por este motivo, el 10 de mayo de 2021, con el Motu proprio Antiquum ministerium, el Papa instituyó formalmente el «ministerio» del catequista. Un reconocimiento a «la presencia» de los laicos que, en virtud del bautismo, colaboran en el servicio de la evangelización en un mundo que ve «la imposición de una cultura globalizada».
Con una Editio typica, también el año pasado, el Santo Padre había introducido un rito específico por el que todos los obispos del mundo, a partir del 1° de enero de 2022, pueden instituir a los catequistas durante una celebración litúrgica. También esto es un signo para conferir mayor dignidad a quienes tienen este cargo que, tal como dijo el Pontífice en numerosas ocasiones, no es un trabajo sino una «vocación».
La cita del miércoles
Una vocación que concierne a todos los creyentes, incluidos los obispos, los sacerdotes, los consagrados y las consagradas, «porque el Señor nos llama a todos a hacer resonar su Evangelio en el corazón de cada persona», señaló el Pontífice en su discurso de hoy. Y destacó que le gusta mucho «la cita de los miércoles», la audiencia general, «cuando cada semana me encuentro con tantas personas que viene a participar en la catequesis». Para Francisco «es un momento privilegiado». Y añadió:
No se cansen de ser catequistas
Se trata de un entusiasmo que el Papa Francisco espera que no se pierda: «Por favor – les dijo a los participantes en este Congreso – no se cansen nunca de ser catequistas. No de ‘hacer la lección’ de la catequesis». Ciertamente – subrayó – hay que encontrar los mejores medios para que la comunicación de la fe sea «adecuada» a la edad y a la preparación de las personas que escuchan. Pero, sobre todo, es decisivo «el encuentro personal que tenemos con cada uno de ellos», porque eso «abre el corazón para recibir el primer anuncio y desear crecer en la vida cristiana con el mismo dinamismo que permite la catequesis». En este sentido será «muy útil» – dijo el Papa – el nuevo Directorio para la Catequesis entregado en los últimos meses para entender «cómo renovar la catequesis en las diócesis y parroquias».
Testigos de la vida nueva
Francisco también citó el Catecismo de la Iglesia católica para recordar a los catequistas la llamada a ser «Testigos de la vida nueva”.
De esta «vida nueva » el verdadero y único mandamiento es el «amor». Aquel «que proviene de Dios y que Jesús reveló con el misterio de su presencia entre nosotros. Queridos catequistas, ustedes están llamados a hacer visible y tangible la persona de Jesucristo, que ama a cada uno de ustedes y por esto se convierte en la regla de nuestra vida y en el criterio de juicio de nuestras acciones morales. Nunca se alejes de esta fuente de amor, porque es la condición para ser felices y estar llenos de alegría siempre y a pesar de todo».
Vocación
Por último, el Papa Francisco dijo que está seguro de que «este camino llevará a muchos de ustedes a descubrir plenamente la vocación de ser catequista, y a pedir así entrar en el ministerio de la catequesis».
La hermana Dolores y las dos “Alicias”
Un recuerdo personal concluyó esta audiencia: «No quisiera terminar – lo considero algo bueno y justo – sin recordar a mis catequistas», dijo Jorge Mario Bergoglio hablando espontáneamente. «Había una religiosa que dirigía el grupo de catequistas; a veces enseñaba ella, a veces dos buenas señoras. Ambas se llamaban Alicia. Siempre las recuerdo. Y esta monja, puso los cimientos de mi vida cristiana, al prepararme para la Primera Comunión, en el año 1943-1944.
Creo que ninguno de ustedes había nacido en esa época. El Señor también me dio una gracia muy grande. Ella era muy mayor, yo era estudiante, estaba estudiando fuera, en Alemania, y cuando terminé mis estudios volví a Argentina. Al día siguiente (refiriéndose a la catequista) murió. Pude acompañarla aquel día. Y cuando estaba allí, rezando delante de su féretro, agradecí al Señor el testimonio de esta religiosa que pasó su vida casi exclusivamente dando catequesis, preparando a niños y jóvenes para la Primera Comunión. Se llamaba Dolores».
La experiencia del Papa es la demostración de que «cuando hay un buen catequista, deja una huella»: «No sólo la huella de lo que siembra, sino la huella de lo que la persona ha sembrado», dijo Francisco. Y se despidió con su deseo a los catequistas «de que sus chicos, sus muchachos, sus adultos, aquellos a los que acompañan en la catequesis, los recuerden siempre ante el Señor como una persona que ha sembrado cosas buenas y bellas en el corazón».
Catequistas mártires
Un último pensamiento, en finan, el Papa lo dirigió a todos los «mártires catequistas»: «Son muchos, muchos, es importantes. También los hay en nuestros tiempos». Para ellos también, gratitud y oraciones.