
“En esto consiste la verdadera esperanza: no en tratar de evitar el dolor, sino en creer que, incluso en el corazón de los sufrimientos más injustos, se esconde la semilla de una nueva vida”, este fue el centro de la reflexión del Papa León XIV en la Audiencia General de este miércoles, 27 de agosto, continuando con su ciclo de catequesis dedicados a “Jesús nuestra esperanza”, específicamente al meditar sobre la “Pascua de Jesús”.
Jesús manifiesta la luz del amor más grande
Para esta catequesis, el Santo Padre tomó como inspiración el pasaje bíblico narrado en el Evangelio de san Juan (18, 4), en la que el evangelista nos presenta la escena que marca el inicio de la pasión de Jesús, es decir, el momento de su detención en el huerto de los Olivos.
“El evangelista Juan, con su habitual profundidad, no nos presenta a un Jesús asustado, que huye o se esconde. Al contrario, nos muestra a un hombre libre, que se adelanta y toma la palabra, afrontando con valentía la hora en la que puede manifestarse la luz del amor más grande”.
Libre para amar hasta el final
Y al comentar esta escena, el Pontífice señaló que, Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: “¿A quién buscan?” (Jn 18,4). Jesús lo sabe. Sin embargo, decide no retroceder. Se entrega. No por debilidad, sino por amor.
“Un amor tan pleno, tan maduro, que no teme el rechazo. Jesús no es capturado: se deja capturar. No es víctima de un arresto, sino autor de un don. En este gesto se encarna una esperanza de salvación para nuestra humanidad: saber que, incluso en la hora más oscura, se puede seguir siendo libre para amar hasta el final”.
La esperanza cristiana no es evasión, sino decisión
Otro momento crucial de la reflexión del Papa es cuando Jesús responde «Soy yo». Para el Pontífice se trata de un pasaje misterioso, ya que esta expresión, en la revelación bíblica, evoca el nombre mismo de Dios: «Yo soy». Así, Jesús revela que la presencia de Dios se manifiesta precisamente allí donde la humanidad experimenta la injusticia, el miedo y la soledad. Allí, la luz verdadera está dispuesta a brillar sin temor a ser abrumada por el avance de las tinieblas.
“En plena noche, cuando todo parece derrumbarse, Jesús muestra que la esperanza cristiana no es evasión, sino decisión. Esta actitud es fruto de una profunda oración en la que no se pide a Dios que nos libre del sufrimiento, sino que nos dé la fuerza para perseverar en el amor, conscientes de que la vida ofrecida libremente por amor nadie nos la puede quitar”.
«Si me buscan a mí, dejen que estos se vayan» (Jn 18,8)
En el momento de su detención, precisó el Papa León XIV, Jesús no se preocupa por salvarse a sí mismo: solo desea que sus amigos puedan irse libres. Esto demuestra que su sacrificio es un verdadero acto de amor. Jesús se deja capturar y encarcelar solo para poder dejar en libertad a sus discípulos.
“Jesús vivió cada día de su vida como preparación para este momento dramático y sublime. Por eso, cuando llega, tiene la fuerza de no buscar una vía de escape. Su corazón sabe bien que perder la vida por amor no es un fracaso, sino que posee una misteriosa fecundidad. Como el grano de trigo que, al caer en tierra, no permanece solo, sino que muere y da fruto”.
Solo una vida perdida por amor, al final, se reencuentra
Pero también Jesús se siente turbado ante un camino que parece conducir solo a la muerte y al fin, indicó el Pontífice, pero está igualmente convencido de que solo una vida perdida por amor, al final, se reencuentra.
“En esto consiste la verdadera esperanza: no en tratar de evitar el dolor, sino en creer que, incluso en el corazón de los sufrimientos más injustos, se esconde la semilla de una nueva vida”.
Ser capaces de dar la vida por los demás
Y al comentar la imagen del joven que corre desnudo, cuando Jesús es arrestado, descrito en el Evangelio de san Marcos, el Santo Padre indicó que, es una imagen enigmática, pero profundamente evocadora. También nosotros, en nuestro intento de seguir a Jesús, vivimos momentos en los que nos vemos sorprendidos y quedamos despojados de nuestras certezas. Sin embargo, será precisamente un joven, al final del Evangelio – precisó – quien anunciará la resurrección a las mujeres, ya no desnudo, sino vestido con una túnica blanca.
“Esta es la esperanza de nuestra fe: nuestros pecados y nuestras vacilaciones no impiden que Dios nos perdone y nos devuelva el deseo de retomar nuestro seguimiento, para hacernos capaces de dar la vida por los demás”.
Basta con elegir cada día amar con libertad
Finalmente, el Papa León XIV alentó a los fieles y peregrinos a que, aprendamos también nosotros a entregarnos a la buena voluntad del Padre, dejando que nuestra vida sea una respuesta al bien recibido. En la vida no es necesario tenerlo todo bajo control. Basta con elegir cada día amar con libertad.
“Esta es la verdadera esperanza: saber que, incluso en la oscuridad de la prueba, el amor de Dios nos sostiene y hace madurar en nosotros el fruto de la vida eterna”.