La Conferencia Episcopal Japonesa le regaló al Papa un vehículo que había sido realizado por Toyota con vistas al viaje que el Papa tenía previsto a Japón.
La delegación japonesa que entregó el Toyota Mirai al Papa después de la audiencia general del miércoles 7 de octubre, estaba formada por un sacerdote representante del episcopado japonés, el embajador de Japón ante la Santa Sede, Seiji Okada, y dos representantes de la empresa Toyota.
Se trata de un coche realizado sobre la base del Toyota Mirai, el turismo de hidrógeno que la marca nipona comercializa en Japón y adaptado a todo tipo de desplazamientos. Ello obligó a alargar la longitud del Mirai hasta los 5,1 metros –es decir unos 12 centímetros más que la versión de serie– y con la carrocería modificada a partir del pilar B para poder albergar la ya obligada urna de cristal (blindada, por supuesto); de esta forma permite al pontífice viajar de pie para saludar y bendecir a los fieles y que estos le vean. Debido a ella, la altura del vehículo alcanza nada menos que 2,7 metros.
El motor eléctrico que impulsa el Mirai tiene 154 caballos de potencia y está alimentado por una pila de combustible a hidrógeno que le proporciona una autonomía de 500 kilómetros.