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Jóvenes Misioneros de Lourdes llevaron la esperanza a San Luis

Dos misioneros nos comentaron su experiencia en la vecina provincia.

Del 5 al 9 de julio, el grupo Jóvenes Misioneros de Lourdes de San Rafael vivió una intensa experiencia de fe y servicio en la provincia de San Luis. Por tercer año consecutivo, los jóvenes dedicaron sus vacaciones de invierno a misionar en barrios humildes de esa provincia, sembrando el amor de Dios con alegría, oración y entrega.

“Fue un año más emotivo que los anteriores. Se notó una mayor apertura por parte de la gente, más atención y cariño en cada casa que visitamos”, compartió Jesús Dealecio, uno de los integrantes del grupo.

En total, fueron 15 jóvenes los que viajaron desde San Rafael. Una vez allí, se unieron al Oratorio Carlos Acutis, un grupo de niños y adolescentes de San Luis que nació justamente gracias a la primera misión que los misioneros sanrafaelinos realizaron hace tres años. Entre todos sumaron más de 60 participantes, formando una gran comunidad de fe y servicio.

“Lo más lindo fue sentir que ya no éramos extraños. Al reencontrarnos con muchos de los chicos del oratorio, se dio una misión más cercana, más entre amigos, y eso se notó también en los frutos”, expresó Mariana Martins, también misionera.

Las jornadas comenzaban con momentos de formación y oración, seguidos por el envío en grupos a diferentes zonas del barrio para compartir la Buena Noticia con las familias. Además de los encuentros casa por casa, se realizaban oratorios para niños por la tarde y, cada noche, una misa en distintas zonas de la misión, acompañados por el P. Víctor, párroco de Nuestra Señora de Lourdes, quien acompañó a los jóvenes.

“La misa itinerante fue algo muy especial. Ver cómo la gente se sumaba en cada rincón nos emocionó mucho. Fue como ver florecer las semillas que venimos sembrando desde hace tres años”, agregó Jesús.

La respuesta de la gente fue variada: desde puertas que se cerraban hasta corazones que se abrían con lágrimas y gratitud. “Sobre todo los adultos mayores sentían la necesidad de hablar, de ser escuchados. Muchos aceptaban la bendición del hogar, otros se confesaban después de años… Fue conmovedor ver cómo cambia la mirada de alguien cuando recibe una palabra de esperanza”, comentó Mariana.

El grupo también quiso agradecer a todas las personas que colaboraron para hacer posible esta misión. “Gracias a la ayuda de la comunidad —y también de gente que no forma parte directa— pudimos cubrir los gastos y llevar adelante esta obra de Dios”, dijeron.

La misión en San Luis fue, para muchos, el cierre de un ciclo. Pero la semilla sigue dando frutos: el Oratorio Carlos Acutis hoy funciona cada sábado, con una participación creciente. Y, como anunciaron los misioneros, nuevas misiones se están preparando en otros destinos.

“Nos volvimos con el corazón lleno. Sentimos que cumplimos con lo que Dios nos pidió en este lugar. Pero sabemos que aún hay mucho por hacer”, concluyeron.

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