En cada celebración de la Navidad renovamos el anhelo profundo de cuidar la vida, de ayudarla a nacer y crecer.
En esta fiesta de los Santos Inocentes volvemos a implorar al cielo por los niños y niñas que son perseguidos y a los cuales se les quita de tantas formas el don de la vida.
Pedimos a Jesús que acaba de nacer en Belén que custodie la vida por nacer, de aquellos que sufren la injusticia de la guerra y como dice el Papa Francisco, pierden la capacidad de sonreír. No apartemos nunca la mirada sobre los niños y niñas que viven en la pobreza, que son explotados laboral y sexualmente.
Que los Santos Mártires Inocentes protejan el alma de quienes viven en el santuario materno, e intercedan por nosotros, para que con coraje y valentía cuidemos y velemos por toda vida de que exista en nuestra Patria.