El arribo de las reliquias de primer grado de Santa Margarita María de Alacoque está enmarcado en la “Misión Corazón Ardiente” que organiza la Misión Fátima Argentina y también la organización Guardia de Honor del Sagrado Corazón con la colaboración de la Sociedad de Peregrinos.
Según el cronograma establecido, las reliquias de primer grado de la santa vidente del Sagrado Corazón llegarán a General Alvear el 27 de Julio a la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús del vecino departamento. Allí permanecerán de 9 a 20 hs. La visita concluirá con la Santa Misa a las 20 presidida por Mons. Carlos Maria Domínguez. Por su parte, el 28 de julio visitarán la Catedral de San Rafael, donde permanecerán expuestas de 8 a 13 hs. A las 12 hs se celebrará la Santa Misa presidida también por nuestro Administrador Apostólico. Finalmente, visitarán la Parroquia Nuestra Señora del Rosario en Malargüe de 16 a 21 hs.
Santa Margarita María de Alacoque
Santa Margarita María nació en Verosvres (Francia) en 1647. Cuando tenía ocho años, en 1655, su padre murió y ella ingresó al internado de las hermanas clarisas donde empezó a sentirse atraída por la vida en común que llevaban las religiosas. Recibió la Primera Comunión a los nueve años. Dos años después lamentablemente desarrolló una dolorosa enfermedad reumática que la obligó a guardar cama, por lo que tuvo que regresar a su casa. En esas circunstancias, Margarita buscó consuelo en la Virgen María, a quien prometió que si le devolvía la salud, se haría una de sus hijas. Después de casi cuatro años postrada, milagrosamente Margarita recobró la salud. Margarita siempre atribuyó su curación a la Madre de Dios.
El 27 de diciembre de 1673 se le apareció por primera vez el Sagrado Corazón de Jesús. Ella había pedido permiso para ir los jueves de 9 a 12 de la noche a rezar ante el Santísimo Sacramento, en memoria de las tres horas que Jesús pasó orando y sufriendo en el Huerto de Getsemaní. De pronto se abrió el sagrario y se le apareció el Señor Jesús. Jesucristo tenía expuesto su Sagrado Corazón, con una llaga, rodeado de llamas y una corona de espinas encima. Jesús, señalando su corazón con la mano, le dijo: «He aquí el corazón que tanto ha amado a la gente y en cambio recibe ingratitud y olvido. Tú debes procurar desagraviarme». Dios le pedía de esta manera a Margarita que se dedicara a propagar la devoción al Corazón de Jesús.
El Corazón de Jesús se le apareció durante 18 meses, en los que el Señor le pidió repetidas veces que se celebre una fiesta dedicada a su Sagrado Corazón, el viernes de la semana siguiente a la Fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus Christi).
Además, el Corazón de Jesús le comunicó a Santa Margarita un conjunto de promesas para quienes se hiciesen devotos de su Corazón. Margarita lo relata así: «Bendecirá las casas donde sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón. Dará paz a las familias. A los pecadores los volverá buenos y a los que ya son buenos los volverá santos. Asistirá en la hora de la muerte a los que me ofrezcan la comunión de los primeros Viernes (del mes) para pedirme perdón por tantos pecados que se cometen».
Al final de sus días, Margarita fue nombrada Maestra de novicias. El Corazón de Jesús le dijo: «Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí».
El 17 de octubre de 1690, en Paray-le-Monial, Margarita fue llamada a la Casa del Padre. Su muerte se produjo en paz, en buena parte porque llegó a ver cómo su comunidad se había transformado gracias al Sagrado Corazón, y cómo mucho del rechazo que inicialmente hubo contra esta devoción había desaparecido. Santa Margarita murió llena de alegría, confiada en que estaría para siempre al lado de su amadísimo Señor, cuyo corazón había enseñado ella a amar.
Desde los monasterios de las Visitandinas se siguió propagando la devoción al Corazón de Jesús y así, en 1765, el Papa Clemente XIII introdujo la Fiesta del Sagrado Corazón para la ciudad de Roma. Hacia 1856, el Beato Pío IX la extendió a toda la Iglesia y finalmente, en 1920, Margarita fue proclamada santa por el Papa Benedicto XV.
“Cuando uno ama, todo habla de amor, hasta los trabajos que requieren nuestra total atención pueden ser un testimonio de nuestro amor”.
Santa María Margarita Alacoque