Nuestra Iglesia

“La oración es abandonarse en las manos del Padre”

“Aun en los momentos de mayor entrega a los pobres y enfermos, el Señor siempre dedicó tiempos para la oración, para retirarse y estar a solas con el Padre, para escucharlo y acoger su voluntad”, explicó Francisco.

“La oración es el timón que guía la ruta de Jesús. Las etapas de su misión no son dictadas por los éxitos, ni el consenso, ni esa frase seductora “todos te buscan”. La vía menos cómoda es la que traza el camino de Jesús, pero que obedece a la inspiración del Padre, que Jesús escucha y acoge en su oración solitaria”.

Francisco señaló que el ejemplo de Jesús nos lleva a deducir algunas características de la oración cristiana. “Sobre todo es un medio para ofrecer a Dios toda la jornada, nos dispone a la escucha y al encuentro, nos abre un horizonte grande y nos ensancha el corazón”, explicó.

“Un día vivido sin oración corre el riesgo de transformarse en una experiencia molesta, o aburrida: todo lo que nos sucede podría convertirse para nosotros en un destino mal soportado y ciego. Jesús sin embargo educa en la obediencia a la realidad y por tanto a la escucha. […]La oración tiene el poder de transformar en bien lo que en la vida de otro modo sería una condena; tiene el poder de abrir un horizonte grande a la mente y de agrandar el corazón”.

A veces los seres humanos nos creemos dueños de todo, o al contrario perdemos toda estima por nosotros mismos. Pero la oración, dijo el Santo Padre, “nos ayuda a encontrar la dimensión adecuada, en la relación con Dios, nuestro Padre, y con toda la creación”. Por último, “la oración es abandonarse en las manos del Padre, como Jesús en el Huerto de los Olivos, cuando sumido en la angustia rezaba: ‘Padre, si es posible… pero que se haga tu voluntad’”.

“Abandonarse en las manos del Padre. Es bello, cuando estamos agitados, un poco preocupados y el Espíritu Santo nos transforma desde dentro y nos lleva a este abandono en las manos del Padre: ‘Padre, hágase tu voluntad’”.

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