A las 9 hs comenzó el ritual de apertura en la parroquia San José presidido por Mons. Fray Carlos María Domínguez. Luego, la peregrinación se dirigió hasta la iglesia catedral para celebrar el día del Señor en la fiesta de la Sagrada Familia e inaugurar así el Año Jubilar, acogido como un don de Dios.
Ya en catedral, Monseñor Domínguez realizó la segunda parte del ritual. En el umbral, el obispo levanta la cruz y, vuelto hacia el pueblo, con una aclamación lo invita a venerar el «dulce árbol donde la Vida empieza con un peso tan dulce en su corteza» (himno del Viernes Santo en la Pasión del Señor).
Una vez atravesada la puerta, el Obispo con los ministros se dirigió a la fuente bautismal y presidió el rito de la conmemoración del Bautismo.
Ante una catedral llena, Monseñor Carlos María brindó su homilía, en la misma invitó a redescubrir la esperanza que nos da la gracia de Dios en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece. “Debemos ser peregrinos de esperanza y no turistas. Nuestro caminar no puede ser simplemente un pasar por los lugares de la vida de forma superficial: sin captar la belleza de lo que vamos encontrando, sin descubrir el sentido de los caminos recorridos, capturando breves momentos, experiencias fugaces”, expresó.
“La peregrinación jubilar, por lo tanto, ha de ser signo del viaje interior que todos estamos llamados a hacer, para llegar al destino final”, concluyó.
Además de San Rafael, en los otros departamentos que forman parte de la diócesis, tendrán sus propias ceremonias de apertura. En Malargüe será el 30 de diciembre, a las 19 hs desde la Parroquia San José hasta Nuestra Señora del Rosario.
En el departamento de General Alvear, el Año Jubilar comienza el 1 de enero de 2025 a las 20 hs. con la peregrinación desde la parroquia San José y luego S. Misa en el templo del Sagrado Corazón.
Oración del Jubileo
Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén.
