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“La Cuaresma es un camino de esperanza”

“Iniciamos nuestra cuaresma, el camino hacia la pascua, en un año particularmente difícil por la pandemia que azota al planeta, por las dificultades, por la crisis que atraviesa la diócesis”, dijo Monseñor. “El camino de la cuaresma es un camino hacia la cruz y hacia la pascua. Es un camino siguiendo el camino del Señor y por eso es un camino de esperanza que nos hace ver desde la luz de la resurrección que Él venció todo mal y que Dios, el amor, es más fuerte que la muerte, que Dios puede de todo mal sacar bienes mayores. Con esa esperanza iniciamos este itinerario, este recorrido”, agregó.

“Hoy es el momento en el cual con el que las cenizas marcaremos no solamente nuestra cabeza sino también este inicio que queremos hacer con generosidad. Y es un camino ante Dios, que nos creó, que gobierna toda la historia, que con su divina providencia guia nuestras vidas. Es un camino ante Dios en lo secreto, no un camino hipócrita, más pendiente del qué dirán de los demás, es un camino donde estamos todos invitados a dejar como esa cotidianidad que nos hace estar muy pendientes del ‘buen juicio’, del afecto, de los comentarios de los demás y que nos lleva a ponernos ante la presencia de Dios”, dijo Taussig.

Por eso los grandes medios que nos ofrece la piedad y la tradición para encarar la cuaresma, el ayuno, la limosna, y la oración “tienen que estar puestos ante Dios y realizarlos ante Él”.

El Obispo diocesano aclaró que el ayuno “no es solo purificar nuestro hambre o carne, sino también es el ayuno de toda petencia apetencia desordenada, sobre todo de las que nacen del amor propio, del orgullo, de la soberbia. Y eso nos purifica para entrar entonces en diálogo con Dios, para poder hacer la oración, esa oración que Él escucha y está siempre atento como padre misericordioso. Esa oración ante Dios nos lleva a la reconciliación”.

“La cuaresma es un tipo especial de confesión y reconciliación, por eso la confesión anual o con un sentido más penitencial de cuaresma tiene ese sentido de ponernos ante Jesús en la cruz que redimió nuestros pecados, y que nos ofrece su amor, su sangre, para purificarnos de todas nuestras rebeldías, desobediencias, egoísmos, debilidades, de todo aquello que nos puede haber alejado de Dios en un camino equivocado”.

La limosna hacia nuestros hermanos

“Esa purificación del ayuno que nos permite encontrarnos con Dios nos abre a la limosna que no es solo dar dinero sino dar nuestro tiempo, nuestro corazón, nuestras manos para abrirnos a las necesidades de nuestro prójimo”, señaló Taussig.

“En este tiempo de pandemia donde hay tanta soledad, tanto miedo, tanta angustia, que importante es que podamos abrir nuestro corazón, nuestro tiempo y manos a las necesidades de nuestros hermanos y así entonces el camino será fecundo, fructífero, gozoso”, concluyó.

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