Nuestra Iglesia

“Hoy nos abrimos al Espíritu Santo para que sea Él, quien nos cambie el corazón y nos ayude a salir mejores”

El Espíritu se posa sobre cada uno de los discípulos, sobre cada uno de nosotros. El Espíritu prometido por Jesús viene a renovar, a convertir, a sanar a cada uno de nosotros. Viene a sanar los miedos —cuántos miedos tenemos—, las inseguridades; viene a sanar nuestras heridas, las heridas que nos hacemos también unos con otros; y viene para convertirnos en discípulos, discípulos misioneros, testigos llenos del coraje, de la parresia apostólica, que son necesarios para la predicación del Evangelio de Jesús, como leemos en los versículos siguientes que sucedió con los discípulos”, dice el Santo Padre en el video.

Luego, Francisco afirmó que el mundo sufre y que está herido. “Vivimos en un mundo muy herido, que sufre, especialmente en los más pobres, que son descartados, cuando todas nuestras seguridades humanas han desaparecido, el mundo necesita que le demos a Jesús. Necesita nuestro testimonio del Evangelio, el Evangelio de Jesús. Ese testimonio solamente lo podemos dar con la fuerza del Espíritu Santo”.

“Necesitamos que el Espíritu nos dé ojos nuevos, abra nuestra mente y nuestro corazón para enfrentar este momento y el futuro con la lección aprendida: somos una sola humanidad. No nos salvamos solos. Nadie se salva solo. Nadie”.

“Cuando salgamos de esta pandemia, no podremos seguir haciendo lo que veníamos haciendo, y cómo lo veníamos haciendo. No, todo será distinto”, afirmó el Papa, quien agregó: “Todo el sufrimiento no habrá servido de nada si no construimos entre todos una sociedad más justa, más equitativa, más cristiana, no de nombre, sino en realidad, una realidad que nos lleva a una conducta cristiana. Si no trabajamos para terminar con la pandemia de la pobreza en el mundo, con la pandemia de la pobreza en el país de cada uno de nosotros, en la ciudad en donde vive cada uno de nosotros, este tiempo habrá sido en vano”, expresó en otro fragmento del video.

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