Nuestra Iglesia

Francisco en el Ángelus: Renunciar a sí mismo y tomar la cruz

El Papa explica el pasaje del evangelio de este domingo mostrando que “A lo largo del camino hacia Jerusalén, explica abiertamente a sus amigos lo que le espera al final en la ciudad santa: preannuncia su misterio de muerte y de resurrección, de humillación y de gloria. Dice que deberá «sufrir mucho por causa de los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley; que lo matarían y al tercer día resucitaría» (Mt 16, 21).

El Obispo de Roma subraya que las palabras de Jesús “no son comprendidas, porque los discípulos tienen una fe todavía inmadura y demasiado unida a la mentalidad de este mundo (cfr Rm 12, 2”) Piensan en una victoria demasiado terrenal, y por ello no entienden el lenguaje de la cruz”.

 

El “escándalo” es huir de la cruz

Francisco nos invita a ver la escena, fijando nuestra mirada en Pedro, quien ante la posibilidad de que Jesús pueda fracasar y morir en la cruz se rebela y le dice: «Dios no lo quiera, Señor; no te ocurrirá eso» (v. 22). Cree en Jesús, le quiere seguir, pero no acepta que su gloria pase a través de la pasión. Para Pedro y los otros discípulos – ¡pero también para nosotros! – la cruz es un “escándalo”, mientras que Jesús considera “escándalo” el huir de la cruz, que sería como eludir la voluntad del Padre”.

 

“Nos pasa a todos: en los momentos de devoción, de fervor, de buena voluntad, de cercanía al prójimo, “ah, miremos a Jesús y sigamos adelante”; pero en los momentos en que la cruz viene hacia nosotros, huimos. El diablo – “Satanás”, le dice Jesús a Pedro – nos tienta. Es precisamente del espíritu maligno, es precisamente del diablo que hace que nos alejemos de la cruz”.

Renunciar a sí mismo y tomar la cruz

“Después, Jesús dirige la palabra a todos y añade: «Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga» (v. 24). De este modo Él indica el camino del verdadero discípulo, mostrando dos actitudes. La primera es «renunciar a sí mismos», que no significa un cambio superficial, sino una conversión, una inversión de valores. La otra actitud es la de tomar la cruz”, afirmó el Papa.

Francisco subraya las implicaciones de la actitud de tomar la cruz y dice: “No se trata solo de soportar con paciencia las tribulaciones cotidianas, sino de llevar con fe y responsabilidad esta parte de cansancio y de sufrimiento que la lucha contra el mal conlleva (…) Así el compromiso de “tomar la cruz” se convierte en participación con Cristo en la salvación del mundo (…) La vida de los cristianos es siempre una lucha. La Biblia dice que la vida del creyente es una milicia: luchando contra el espíritu maligno, luchando contra el Mal”.

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