Nuestra Iglesia

Francisco defendió la necesidad de una ‘fe humana’ atenta a la ‘vida de las personas’

En la misa de clausura de la 50ª Semana Social Católica en Italia, el Santo Padre advirtió sobre una "religiosidad cerrada en sí misma".

«Una fe fundada en un Dios humano, que se inclina hacia la humanidad, que la cuida, que se conmueve con nuestras heridas, que toma sobre sí nuestro cansancio, que se parte como pan para nosotros», dijo el Papa Francisco este domingo 7 de julio en Trieste, ante miles de personas, en la misa de clausura de la 50ª Semana Social de los católicos italianos.

La Semana, que comenzó el miércoles pasado con representantes de todas las diócesis de Italia, tuvo como tema «En el corazón de la democracia. Participar entre la historia y el futuro». El pontífice llegó el domingo para la clausura del Encuentro y para realizar una breve visita de cinco horas a esa ciudad del noreste italiano, en un programa que incluyó encuentros con inmigrantes y personas con discapacidad.

Durante la homilía de la misa, con la participación de miles de personas, advirtió sobre una «religiosidad cerrada en sí misma, que mira al cielo sin preocuparse por lo que sucede en la tierra».

El Santo Padre comenzó su reflexión recordando que Jesús mismo fue rechazado por sus propios compatriotas, precisamente por su humanidad. Ellos sólo veían su vida ordinaria como «hijo de José el carpintero», y no podían comprender la fuente de su sabiduría y sus milagros.

«Un Dios fuerte y poderoso es comprensible y atractivo», afirmó el Papa. «Pero un Dios débil, hasta morir en la cruz, un Dios que nos desafía a vivir por los demás, como hizo Jesús, es ‘un Dios incómodo’, que inquieta y escandaliza», expresó.

El escándalo de la fe

Pero, precisamente, ese «escándalo de la fe» es lo que se necesita hoy, afirmó el Papa Francisco. «Necesitamos un escándalo de fe», que no sea indiferente a los problemas de este mundo, sino que tenga sus raíces en la Encarnación, una fe «que entre en la historia, toque la vida de las personas y se convierta en fermento de esperanza y semilla de un mundo nuevo».

El Papa Francisco insistió en que Dios se encuentra precisamente «en los rincones oscuros de nuestra vida y de nuestras ciudades», y entre «los últimos, los olvidados, los descartados».

Con demasiada frecuencia, dijo, nos escandalizamos por pequeñas cosas, cuando en cambio deberíamos indignarnos «frente al mal desenfrenado, a la vida humillada», escandalizados por la difícil situación de los migrantes y de los prisioneros.

Escandalizado por los males de este mundo

Como Jesús -quien, a pesar de ser rechazado e incluso juzgado y ejecutado, «permaneció fiel a su misión»- también nosotros, los cristianos, estamos llamados a ser profetas y testigos del Reino de Dios, en cualquier lugar y situación en que nos encontremos.

«No nos dejemos escandalizar por Jesús, sino, al contrario, indignémonos ante todas aquellas situaciones en las que la vida es degradada, herida y asesinada -suplicó el Papa-. Llevemos la profecía del Evangelio a nuestra carne, con nuestras elecciones antes que con nuestras palabras».

En un llamamiento especial a la Iglesia de Trieste, el Papa Francisco invitó a los fieles a «seguir adelante. Continuad estando en primera línea para difundir el Evangelio de la esperanza, especialmente hacia quienes llegan de la ruta de los Balcanes y hacia todos aquellos que, en el cuerpo o en el espíritu, necesitan ser alentados y consolados».

El Santo Padre concluyó su homilía con un llamamiento a todos a comprometerse a trabajar juntos, conscientes de que todos somos amados por Dios Padre, para vivir como hermanos de todos.+

Fuente
https://aica.org/

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