“Ante la Palabra de Dios que hemos recibido la primera actitud que nos surge es el silencio, silencio ante la pasión de Jesús”, comenzó diciendo,“y no es fácil tener silencio en estos días, porque aunque estamos encerrados en casa tantas pantallas nos bombardean. Llega el fin de la noche y tenemos tantas luces cuando cerramos los ojos y podemos estar aturdidos” . Frente a esto expresó: “Que bueno que hoy hagamos silencio, que tratemos de apagar esas pantallas y tratemos de concentrarnos en el misterio de la Pasión del Señor”.
“El silencio nos hace acercarnos al sufrimiento de Jesús que tanto sufrió por amor a cada uno de nosotros. La compasión nos abre también a que el misterio de la cruz nos purifique, nos reconcilie con Dios y para que nosotros también podamos asumir nuestras cruces”.
Todos tenemos cruces en nuestras vidas
“Todos tenemos cruces en nuestras vidas” dijo Monseñor. “En este momento la cruz del encierro, la de obedecer a las autoridades que nos marcan la vida hasta cuando podemos salir a la vereda, obedeciendo y padeciendo todas las incomodidades que implica estar físicamente encerrados como estuvo Jesús en el calabozo, pero en nuestras casas”.
“Pero hay otras cruces”, afirmó, “la cruz del miedo al contagio, la cruz ante esta inseguridad que todos experimentamos ¿cómo van hacer los próximos días? ¿cuándo terminará? La cruz de aquellos que están enfermos, los que han estado en contacto. La cruz de los médicos, enfermeros, de todos los que están exponiendo su pellejo para cuidarnos a todos. La cruz por la dificultad económica de los papás que ven que ya no tienen para darle el pan de cada día a sus hijos, la cruz del hambre, de toda esta impotencia y de todas las dificultades que se nos vienen y otras cruces que cada uno lleva en su interior”, detalló.
“Solo desde la Cruz de Cristo vamos a poder iluminar lo que el Señor nos pide como prueba y también como ocasión, como oportunidad de mayor amor”
“Pero Jesús cargando su cruz no se encerró en sí mismo; miraba a los demás, a los más cercanos, a María, su madre y a Juan, el discípulo más joven, al buen ladrón o a los mismos que lo crucificaban « Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lucas 23, 34)»
“Nosotros también podemos en este tiempo abrir nuestros ojos y nuestro corazón a las cruces que llevan nuestros hermanos, reconocerlas e identificarlas para preocuparnos por ellos, para expresarles nuestro amor, para perdonarlos si es el caso, para tener paciencia, para buscar una llamada, un gesto con los más solos, para estar a disposición de todo aquel que tenga que llevar cruces pesadas. La Cruz de Jesús también nos ilumina, nos da fuerza, nos permite participar en el mismo amor que Jesús manifestó hasta el extremo”.
Veneración a la Cruz
Debido a la pandemia, este año, nadie besó la Cruz, pero sí, Monseñor Taussig y los demás concelebrantes, se inclinaron ante ella. “Es un signo también de este momento que estamos viviendo, pero queremos reconocer con ese gesto que esa Cruz es la que nos da luz y nos lleva a la salvación”, explicó en la homilía.
Para finalizar, Taussig invitó a venerar la Cruz en casa. «Los invito que desde sus casas, ante el Cristo que tengan más a mano, puedan también expresar su veneración, su reconocimiento de Jesús en la cruz y que así Él nos permita entrar en el silencio fecundo que nos ayudará a compadecernos y unirnos a Él, que iluminará nuestras cruces, que nos abrirá también el corazón para reconocer las cruces de los demás y hacer que la luz de Cristo llegue a todos».
“Que la Virgen Santísima, Ella que estuvo al pie de la Cruz y acompañó mejor que nadie a su Hijo y por eso se abrió a otros hijos en Juan, nos acompañe a nosotros, nos ayude a recibir el mensaje de la Cruz en esta cuaresma”, concluyó.