La Basílica de Santa María la Mayor está ubicada en Roma, Italia, ciudad en la que destaca por ser el templo más grande dedicado a la Virgen María. Así mismo, es reconocida como la basílica consagrada a la Madre de Dios más antigua de Occidente.
Fue construida por orden del Papa Sixto III poco después del Concilio de Éfeso (431), como símbolo de adhesión de la Iglesia a la certeza de que la Virgen María es auténticamente Madre de Dios por ser Madre de Cristo. Precisamente durante el mencionado concilio, María fue proclamada “Madre de Dios”, y se condenó la herejía nestoriana. El Papa Sixto III eligió el monte Esquilino como el lugar propicio para la edificación.
Santa María la Mayor, como se le llama habitualmente, está llena de historia y recoge de manera singular, por su riqueza artística, innumerables expresiones de piedad filial a María. Peregrinos y visitantes quedan sobrecogidos por su belleza, que invita a la devoción y a profundizar en el misterio de la participación humana en los planes de Dios, prefigurado en la Virgen: Santa María es la “Sierva de Dios” que se hizo “Madre de Dios” para salvación del género humano.
Como expresión de ello, en la Basílica se encuentra una imagen mariana con el título de “Virgen María, salvadora del pueblo romano”, la “Salus Populi Romani”, protectora de la ciudad a quien sus devotos sacan en procesión en momentos de necesidad (por ejemplo, a su intercesión se atribuye el fin de una de las plagas que diezmó a la ciudad de Roma siglos atrás). San Juan Pablo II, desde el comienzo de su pontificado, quiso que una lámpara estuviera encendida bajo este ícono mariano como muestra de su gran devoción. Por su parte, el Papa Francisco, antes de emprender un viaje internacional y a su retorno, se dirige a la Basílica, deja un ramo de flores al pie de esta imagen mariana y se detiene para hacer un momento de oración.
A veces los fieles se refieren a Santa María la Mayor como la Iglesia de “Santa María de las Nieves”, debido a un milagro vinculado a esta advocación cuya imagen está en una de las naves del templo. Asimismo, se le denomina “Basílica Liberiana” en memoria del Papa Liberio, que fue quien la consagró; o “Iglesia de Santa María de la Cuna” porque, según la tradición, allí se conserva un fragmento de la cuna del Niño Jesús, traída desde Tierra Santa por Santa Elena.
En Roma hay cuatro Basílicas mayores de gran importancia histórica y espiritual. Santa María la Mayor es una de ellas. Las otras tres son la Basílica de San Pedro, la Basílica de San Juan de Letrán y la Basílica de San Pablo Extramuros.