
Cada 24 de octubre recordamos a San Rafael por la narración bíblica que lo tiene como protagonista en el Libro de Tobit: allí se presenta oculto como compañero de viaje del joven Tobías, lo guía en una misión peligrosa, ayuda a vencer al mal que atormentaba a Sara y devuelve la vista a su padre, Tobit, mediante un remedio señalado por él. Es un relato que subraya la presencia de la misericordia de Dios en el viaje humano.
El nombre Rafael proviene del hebreo y significa —literalmente— “Dios sana” o “Dios ha sanado”, y por eso la tradición lo invoca especialmente como patrón de la curación, del cuidado y del acompañamiento en los caminos de la vida. Esa dimensión de sanación y compañía es lo que convierte a San Rafael en un modelo muy adecuado para un año jubilar que pone en el centro la esperanza en movimiento.
El Jubileo 2025, con el lema “Peregrinos de la esperanza”, fue convocado por el Papa Francisco y en la Diócesis de San Rafael inició con celebraciones y peregrinaciones locales. Desde que comenzó se planteó como un tiempo para renovar el espíritu de comunión, el compromiso con los pobres y la conversión personal y comunitaria. En nuestra diócesis el inicio de las celebraciones se realizó con la participación de numerosas parroquias, rito de apertura y peregrinaciones hacia la catedral local.
¿Cómo se conecta la historia de San Rafael con el sentido del Jubileo?
Podemos destacar el camino y la compañía: Así como Rafael acompañó a Tobías paso a paso; el Jubileo nos invita a vivir como peregrinos —no turistas—, caminando juntos hacia la gracia y la conversión.
También resaltamos la sanación y la esperanza: la intervención sanadora de Rafael (la curación de Tobit, la liberación de Sara) evoca el corazón del lema jubilar: ser portadores de esperanza que llevan consuelo y restauración.
Y no podemos olvidarnos de las obras concretas: así como Tobit y su familia vivían la caridad como respuesta a la fe, el Año Jubilar empuja a transformar la esperanza en gestos concretos de justicia, solidaridad y servicio a los más vulnerables.
En este día patronal proponemos que la oración por San Rafael sea también una plegaria por los peregrinos de la esperanza: por quienes parten en busca de sentido, por los enfermos que necesitan consuelo, por las familias que buscan reconciliación, y por todos los agentes de caridad que hacen del Jubileo un camino de misericordia vivida. Que San Rafael nos enseñe a acompañar, curar y caminar juntos, abiertos a la esperanza que no defrauda.
Redacción: De Buena Fe Digital




