Ciencia

Albert Cortina: «¿Se podrá evangelizar el metaverso o será la construcción del Anticristo?»

El experto en transhumanismo alerta de 7 motivos por los que esta doctrina se opone a la fe

«Quedan 100 años para ver la primera resurrección, el envejecimiento se puede prevenir»; «Perdió un ojo por el cáncer y decidió convertirse en un cyborg»; «El hombre del futuro: un conjunto de datos sin cuerpo físico»;»Construir un futuro posthumano mejor que el presente humano»; «El príncipe Harry y Meghan Markle planean adentrarse en el Metaverso»…  Son solo algunos de los titulares de prensa, cada vez más frecuentes, que preparan el terreno para una corriente que se contempla con optimismo, pero de la que poco o nada se sabe en torno a sus consecuencias: el trans y el posthumanismo.

¿Habrá pecado o delitos en el metaverso? ¿Será posible un hurto o violación en el mismo? ¿Y evangelizarlo? ¿Cuáles serían sus consecuencias morales? ¿Podrán vivir nuestros cuerpos -y conciencias- un paraíso terrenal? ¿Hasta qué punto puede ser mejorado el hombre? ¿Por qué no vivir 300 años? ¿Es todo ello compatible con la fe cristiana?

Por utópico -o distópico- que parezca, es una realidad que estas y otras preguntas surgen y lo harán cada vez más conforme proyectos como el Metaverso o Neuralink -uno de las empresas de Elon Musk- prosiguan su camino. De hecho, desde hace unas semanas la otrora Facebook y actual Meta ha desplegado una potente campaña publicitaria en las calles y las redes sociales que en cierta manera ya da una respuesta: «El metaverso será virtual, pero su impacto será real«.

Para dar respuesta a estas y otras preguntas, el pionero investigador del transhumanismo Albert Cortina ha sido el último invitado de la Milicia de San Luis IX en acudir  a su ciclo Actualidades 2022.

A lo largo de una conferencia magistral, el autor de obras de referencia como ¡Despertad! Transhumanismo y Nuevo Orden Mundial Humanismo avanzado para una sociedad biotecnológica ha realizado una serie de advertencias en torno a esta nueva «tecnoreligión» que atenta contra no pocos aspectos de la Ley Natural y contra la práctica totalidad de la fe cristiana.

1º Hacia una especie irreconocible superando a Dios

Uno de los aspectos que Cortina se preocupó de resaltar fue que el transhumanismo implica «un nuevo gnosticismo, una tecnoreligión» que, en lugar del alma, pretende «liberar la mente y la inteligencia de un cuerpo que enferma y muere».

En este sentido, el transhumanismo se inscribe en el marco de las revoluciones biológica y digital para las cuales el rediseño genético de los seres humanos incluso en la línea germinal -las células que transmiten el material genético a la descendencia- es todo un objetivo, así como la creación de un «no lugar» que supone el ciberespacio o el metaverso.

«Es una utopía o distopía que pretende la liberación de la condición biológica y natural del ser humano«, explica.

Para sus partidarios, «el ser humano está mal hecho, Dios lo ha creado mal porque envejece, es caduco y muere, pero nosotros tenemos las tecnologías para ir más allá de lo humano. Podemos ser mejores humanos, pero el transhumanismo dice que seamos más que humanos, con modificaciones genéticas, de otra especie e irreconocibles». Para muestra, uno de sus máximos exponentes, Ray Kurzwell, cuyo objetivo es la «singularidad tecnológica». Este concepto propugna que «cuando la inteligencia artificial supere a la humana, nos hibridaremos con ella para superar nuestra condición natural, emergiendo así una nueva especie».

2º El objetivo: una humanidad -muy reducida- sin techo de vida

Cortina menciona a Aubrey de Grey, otro de los grandes gurús del transhumanismo y firmemente convencido de que «quedan 100 años para ver la primera [sic] resurrección» o de que «el envejecimiento se puede revertir». «Profetiza que es una enfermedad y que por tanto es curable y cuando sepamos curarla, sabremos prolongarla», explica Cortina. Creen que «no hay un techo límite que el ser humano no pueda superar», explica. El problema es que «seguramente esta humanidad sea muy reducida», de acuerdo a las «catastróficas consecuencias» de que toda la población superase el siglo de vida.

3º Luchando contra la propia naturaleza humana

El experto menciona que esta «superlongevidad» estará necesariamente ligada a un «superbienestar». Como de Grey, otros gurús transhumanistas como David Pearce o Luc Ferry pretenden lograrlo «reduciendo el sufrimiento». «No hablan del mejoramiento humano a través de la religión, la educación o la cultura, sino de la modificación genética, diseñando al embrión para que no sufra: si tiene discapacidades, fuera, si tiene tendencia a la depresión, rediseñaremos esas condiciones del ser humano».

De este modo, añade, pretenden luchar contra la propia naturaleza, olvidando que «la condición humana se caracteriza por enfermar, ser vulnerable, envejecer, morir y muchas veces sufrir. Dicen que esas condiciones propias del hombre se sustituirán en el futuro posthumano y por eso no se sufrirá».

4º En búsqueda del Homo Deus

Uno de los objetivos últimos de estas doctrinas, explica, es «la desmaterialización y desconexión de la mente del cuerpo biológico. Para ellos lo importante es la mente y el cuerpo, cuanto más dure mejor, pero lo que pretenden es esa idea gnóstica de que la mente salga de la cárcel que es el cuerpo biológico y se vaya a esa autoconsciencia, al metaverso, a un avatar».

El posthumanismo y transhumanismo, dice, son corrientes marcadas por un «mesianismo y misticismo» que también tienen «una Biblia«, el Homo Deus del israelí Yuval Noah Harari, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén y principal exponente transhumanista con el objetivo único de «aumentar las capacidades del ser humano, mejorado y potenciado», para ser su propio Dios.  

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Albert Cortina es uno de los pensadores españoles más relevantes y críticos en torno al transhumanismo: desde hace años alerta en sus escritos, libros y conferencias sobre los riesgos que esta doctrina tendrá sobre la persona, la naturaleza y la fe, entre otros aspectos. 

5º El último paso de los derechos ilimitados sobre el propio cuerpo

Cortina se refiere al atleta Oscar Pistorius o al polemista Neil Harbisson -que reclama «el derecho a ser un cyborg» y se presenta como tal-  como potenciales representantes de la «diversidad funcional», transformando una discapacidad en capacidades sobrehumanas.

En primer lugar, dice, aunque puede haber aspectos ventajosos para tratar discapacidades, habría que preguntarse por hasta qué punto son los «conejillos de indias» del transhumanismo. En este sentido, el transhumanismo y el posthumanismo también abren la puerta a que posibles modificaciones genéticas sean transmitidas entre generaciones, una línea roja que hasta ahora ha encontrado la oposición de «todos los comités bioéticos».

«Ojo con el tema del mejoramiento humano», advirtió: «Lo que dice el transhumanismo es que tendremos plasticidad y libertad morfológica» -cambio de género, de especie, de apariencia, de capacidades, etc- incluso «el derecho a cambiar a cyborg o de hibridación con máquinas. Va en la línea ideológica del derecho ilimitado sobre el propio cuerpo, mucho más allá de mejorar al ser humano», explica. El biohackinng o los biochips para aumentar estas capacidades ya son una realidad.

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Recientemente ha visto la luz el último libro de Albert Cortina al respecto, «Transhumanismo, la ideología que desafía a la fe cristiana», de Ediciones Palabra. Puedes conseguirlo aquí

6º Totalmente en contra de la cosmovisión cristiana

Explica que el Metaverso cobra una relevancia crucial. «Se pretende la transferencia de la mente en la tierra o en el espacio virtual para perpetuarla y liberarla del cuerpo. Va de la mano de visiones New Age que invaden las sociedades postcristianas, [en contra] de que tenemos un alma inmortal y un cuerpo que un día será resucitado glorioso», explica. Entre otros postulados de esta «tecnoreligión global«, sus partidarios afirman ser depositarios de «la misión de generar una conciencia colectiva para diluir la individual».

Cortina menciona que este proceso implica una «nueva creación, -el `seréis como dioses´-, de los futuros seres posthumanos y de sus entornos virtuales para la creación de futuras identidades sin cuerpo, desmaterializadas. ¿Ahí habrá normas morales? ¿Conciencia? ¿El avatar seremos realmente nosotros? ¿Cometeremos delitos y pecados? ¿Habrá un orden moral en el metaverso? ¿Podremos evangelizar el metaverso o será en sí mismo la construcción del Anticristo?», se plantea.

7º El metaverso, ¿un paraíso en la tierra?

Como parte de esa «desmaterialización», se plantea incluso la existencia de nuevos soportes digitales para almacenarla o transferirla en búsqueda de la «inmortalidad cibernética», como ya se ha planteado en un importante congreso transhumanista que contó con la presencia de líderes religiosos partidarios de la «reencarnación» digital.

«La tendencia de lo que quieren conseguir va en esa dirección, de mapear el cerebro, reproducirlo artificialmente, manipularlo y superarlo, transferir la mente a un soporte no físico a modo de un holograma casi angelical y vivir en ese paraíso terrenal que sería un metaverso a través de avatares, que serían nuestra mente e identidad», subraya.

Cortina completó su ponencia con una llamada a la acción cristiana frente a esta ideología, «que va en contra de que somos hijos de Dios, hechos a su imagen y semejanza, integradas por un cuerpo y un alma que será resucitado glorioso e inmortal en la vida eterna».

Esta visión, dice, «se rompe con el transhumanismo, que pretende llegar a esos ángeles caídos que se rebelaron contra el Creador. Es una gran rebelión contra el plan divino para llevarnos a una vida eterna y no a una inmortalidad falsa y cibernética».

Cortina concluyó mencionando «los dones del Espíritu Santo» como arma frente a las falsas propuestas tecnológicas y llamó a la necesidad de «definir los principios universales basados en una ética cristiana de la virtud para hacerlos extensibles», de «influir desde la fe católica para conducir a la humanidad por la civilización del amor y no tener miedo a transmitirla con esperanza por este mundo que se avecina».

Source
https://www.religionenlibertad.com/

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