Opinion

¿Alguien sabe si el barco que nos trajo de Europa nos puede venir a buscar? | Por Pablo Gaete

Hace algunos días, en un grupo de WhatsApp, una persona puso “¿Alguien sabe si el barco que nos trajo de Europa nos puede venir a buscar?”. Me dejó pensando. Parece que los argentinos estamos con la batería baja. Lo noto en las charlas con amigos, en las juntadas con la familia grande, con los compañeros de trabajo y en los
ambientes donde me muevo. Años y años de crisis, inflación y corrupción son capaces de entristecer hasta los espíritus más optimistas.

El año pasado, un amigo decidió junto con su pareja ir a vivir a Europa. Conversando con él, intenté en vano convencerlo para que no se vaya de Argentina. Recuerdo que cuando terminó el encuentro, me volví caminando con cierta amargura y un nudo en el corazón. ¿Qué nos pasa a los argentinos? Estamos desahuciados, entristecidos y anestesiados. El alma argentina ha perdido su identidad y, por lo tanto, su vida y dinamismo.

Creo que un buen remedio a esta situación es empezar a pensar (y poner en obra)soluciones a ésta situación general. Hace tiempo, viene dando vueltas en mi cabeza el aforismo latino que dice “No amamos a Roma porque fue grande, sino que fue grande porque la amamos”. Todo lo que crece y mejora es porque hay alguien detrás
construyendo y sosteniendo. Lo mismo pasa (o en realidad no pasa) con nuestro país.

Desde hace tiempo, vemos dirigentes políticos con una terrible falta de ética, más propensos a enriquecerse y ganar espacios de poder que ocupados en el bien común de los argentinos. Y nosotros, la ciudadanía en general, tampoco pasamos el examen: la falta de compromiso social y político es lo corriente.

Todo lo dicho hasta este momento es cierto, no obstante, no es lo más importante que quiero comunicar. La cuestión fundamental es dilucidar ¿qué hacer ante este panorama gris? ¿Nos vamos? ¿Que el último apague la luz? ¿Seguimos puteando al televisor? ¿Voto bronca? ¿Qué se vayan todos? O, mejor que todo lo anterior,
empezamos a contemplar nuestra realidad más cercana y nos empeñamos en mejorarla.

De eso se trata, dejar la realidad mejor de lo que la encontramos. Eso es lo que hace el amor verdadero. Creo que, en primer lugar, tenemos que mirarnos interiormente y recuperar desde las fibras más íntimas nuestro patriotismo. No obstante, no seamos ilusos. Un verdadero amor por nuestra tierra y sus habitantes no surge por generación espontánea, sino que es una semilla que debemos re-descubrir, cultivar, regar y cuidar cotidianamente. Debemos superar esa mirada superficial y sentimental del patriotismo que sale a relucir, especialmente, cuando juega la selección de fútbol. Nuestro país reclama algo grande. Sólo desde un verdadero amor puede venir la respuesta. Este amor es mucho más que sentimiento, es amor con obras y de verdad. ¿Cómo pensamos que pueden haber dirigentes y ciudadanos honestos, profesionales, sacrificados y magnánimos si no los inspira un profundo amor por nuestra Patria?

Se trata de buscar en nuestra historia y en nuestros héroes la inspiración para el momento presente. Si no sabemos de dónde venimos, no podremos saber quienes somos y menos aún a dónde vamos. En palabras de Roberto Bosca, “El amor a la patria es una necesaria y legítima autoestima colectiva en la que al amar nuestras raíces compartimos nuestra propia identidad con los que nos conformaron para poder ser nosotros mismos”

En segundo término, apelo a la gratitud de todos los argentinos. Reconocer todo lo recibido de nuestro país es un acto de justicia de nuestra parte. Soy de las personas que suele mirar la mitad del vaso lleno y no la parte que está vacía. Por eso, me quiero detener en las cosas buenas de Argentina. Creo que las carencias y las corruptelas de nuestro país a pequeña, mediana y gran escala están a la vista. Todas son fruto de la viveza criolla y no hace falta que las nombremos.

Dice el refrán popular: “Es de bien nacido ser agradecido”. ¿Cuánto le debemos a nuestro país? Mal o bien hemos recibido muchas cosas de nuestra Argentina: un idioma, una cultura, un lugar para vivir y trabajar, la tierra donde se ha desarrollado nuestra familia y donde recibimos una educación, amigos, valores cristianos, la Scaloneta y un largo etcétera. Todas y cada una de esas cosas las hemos recibido por nacer argentinos. ¿O acaso los argentinos que viven en el exterior no extrañan todas estas cosas? O al revés, ¿en los países dónde viven no se sienten sapos de otro pozo?

Vivimos una cultura individualista y global al mismo tiempo. Nos cuesta mirar más allá de nuestro propio ombligo. Es más, estoy convencido que esa actitud es una de las causas de nuestra decadencia como país. Por ello, es importante recuperar la virtud de la justicia y de la caridad que son las que alimentan el patriotismo. En palabras de C.S. Lewis: “Así como la familia nos hace posible el dar el primer paso más allá del amor egoísta, el amor a la patria nos hace posible dar el primer paso más allá del egoísmo familiar”.

Por último, creo que hay que atender los problemas que tenemos. Uno entiende (y padece) todo lo que está mal en Argentina. La solución vendrá por vía del compromiso y no por vía de la huida. Como dice Juan Manuel Gómez Margeri, “Busquemos alternativas. Cambiemos el foco y pasemos de la queja a la acción…”

Se trata de asumir las responsabilidades que nos tocan en las distintas esferas donde nos movemos. Una nación crece cuando hay buenos padres, buenos estudiantes, buenos trabajadores, buenos empresarios, buenos docentes, buenos políticos, etc. Si devolvemos la ética y el amor a lo que hacemos seguramente obtendremos resultados en lo inmediato. Podemos legar a las generaciones venideras un gran país. El desafío es grande y cuanto antes empecemos mejor. Siempre es más fácil la crítica a los otros y la bronca. Involucrarse y ponerle el cuerpo nos cuesta más. Quizás, la pregunta que deberíamos hacernos es ¿qué más puedo hacer por la sociedad? o ¿acaso estoy haciendo bien las cosas en mi laburo, en mi familia y en mi ciudad? Creo que hay mucho para
reflexionar.

Hace algunos días ya, fuimos testigos de un hecho excepcional. El ex Senador Esteban Bullrich presentó los 12 puntos para un gran acuerdo nacional en la ciudad de San Nicolás, provincia de Buenos Aires. Es impactante verlo en su silla de ruedas, completamente inmovilizado por su enfermedad (ELA) y sin poder hablar con normailidad. A pesar de sus circunstancias no se rinde. Sigue apostando por Argentina porque sueña con un país mejor y en paz. ¡Cuánto tenemos que aprender de él!

Para finalizar, este año tendrá como protagonista a las elecciones. No nos quedemos con el voto bronca. Es lo más fácil. Asumamos consciente y responsablemente el compromiso de elegir el próximo gobierno. Y, también, hagamos más. Tengamos el coraje de sostener desde las trincheras cotidianas la guerra contra el hambre y la pobreza. Los dirigentes políticos pasan, pero los ciudadanos argentinos quedamos. Un país se desarrolla con producción, trabajo y educación. Apostemos por eso, depende de nosotros. Ojalá estas palabras inspiren acciones nobles que transformen nuestra realidad.

 

General Alvear, Mendoza, 18 de mayo de 2023.
Pablo Gaete.

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